Friday, October 27, 2006

El silencio de la noche


El silencio nos abre a grandes interrogantes y si se trata del silencio de la noche, nada mejor que aquel grito del Profeta: “centinela: ¿qué hay de la noche?”

El silencio de la noche es una vela nocturna que pone al vigía en actitud de expectación. ¿Qué podría decirnos el hombre del silencio de la noche?, ¿qué ve?, ¿qué intuye?, ¿qué barrunta?, ¿qué atisba?, estos interrogantes, sinónimos de una misma realidad, podrían ser respondidos con un Himno litúrgico vespertino: “Vi los cielos nuevos y la tierra nueva. Cristo entre los vivos y la muerte muerta”. Esto es lo que en su capacidad óptica interna, ve el hombre del silencio nocturno: el Dios de la Vida.

La noche por sí sola, se nos presta apta como espacio para el silencio. Pero no se trata sólo de ver en la noche como esa capacidad del silencio por sus connotaciones en el tiempo y en el espacio; para los orantes nocturnos, la noche es como la salida del sol, porque descubren a cara descubierta el Rostro del Señor. Para el orante la noche es la máxima claridad,el resplandor de la luz meridiana; es la realidad del grito del salmista: “tu luz Señor, nos hace ver la luz”.

En la noche parece como si el tiempo se quedara en suspenso. La noche es como la inmovilidad del tiempo, la proximidad de la eternidad. En la noche la tierra queda en el descanso del sueño, el firmamento nos atrae y miramos los astros que brillan: “lucen alegres en honor de quien los hizo”(Bar 3,34-35). La noche es el momento mas propicio para cantar con el salmista: “el cielo proclama la obra de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos”(Sal 18,1). Todo parece ser protegido en la noche.

En la noche, todo parece recién estrenado: la luna, las estrellas... todo como recién salido de las manos del Creador. Carlos de Foucauld en el Sahara bendecía sus insomnios porque le permitían estar en la contemplación de Dios y su obra creadora.

El silencio es una pura y limpia atención a Aquel que nos habita, por eso el silencio es la mejor forma de hospitalidad para acoger al “amigo intimo del alma”que llega a Betania con la necesidad de que alguien le preste atención desde la ausencia total de palabras , en un clima de pura llama de atención amorosa .

Hablar del silencio y del silencio de la noche en un mundo en que las horas de la nocturnidad se nos brindan para estar en conexión con tantas cosas desde las nuevas tecnologías, parece un absurdo, pero las horas del orante la noche y del silencio de los grandes orantes de la historia están ahí. Las nuevas formas tecnológicas nos abren ventanas de comunicación y contactos insospechados. Nunca como hoy el hombre se siente realizado en sus anhelos de comunicación.Pero vamos a hacer un recorrido desde las grandes figuras bíblicas hasta los hombres y mujeres orantes de nuestros días que hicieron de la nocturnidad los tiempos más fuertes para el encuentro con Dios y para trabar las grandes batallas de su cercanía a El.

Sor Inmaculada Redondo, OP
Monasterio de San Miguel (Trujillo)

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