Tuesday, December 22, 2009

El rostro de Dios en esta Navidad



Por Belén Carrillo y Carmen Carro
Ecuador es un país con una gran riqueza natural y poblacional, donde conviven diferentes culturas: afroamericanos, indígenas, mestizos, blancos… con una población aproximada de 13.3 millones de habitantes cuya mitad es menor de 25 años de edad.

A la vez, es uno de los países más empobrecidos de América Latina. Malos gobiernos, corrupción, políticas macro/micro económicas, acuerdos internacionales y poca inversión en servicios sociales básicos han generado una gran pobreza y una enorme diferencia social entre ricos y pobres. Según datos oficiales “5 de cada 10 familias, viven con menos de 2$ por miembro y por día (el 63% son menores de 18 años) y el 23% de los ecuatorianos y ecuatorianas subsisten con menos de 1$ diario (34% menores de edad). De esta población el 82% representa a las comunidades indígenas, y afroecuatorianas.”
En las calles de nuestras ciudades constatamos estos datos estadísticos, sobre todo en épocas navideñas. “REGALE LA NAVIDAD”, es la expresión que usan niños, niñas y adolescentes para mendigar lo que les pertenece en derechos y como sociedad les negamos en la cotidianidad.
Mientras unos pocos nos preocupamos por comprar o mejorar el belén y el árbol de Navidad, no habrá luces, fiestas, ni cenas para la mayoría de la población ecuatoriana. Muchos se contentarán con la mendicidad y la “buena voluntad” de los que con más recursos, en este mes, regalarán ropa usada o, quizá, fundas de caramelos. Esta costumbre que mantiene la pobreza y la exclusión social se ha convertido en una de las principales actividades de instituciones públicas que fomentan la Campaña “Una Navidad Digna”. ¿La pobreza y la mendicidad a la que se ven obligadas muchas familias dignifican a las personas?
Ante estas realidades nace CONFIE (Consorcio de Organizaciones a Favor de la Familia e Infancia Ecuatoriana). Asumimos la inspiración cristiana como opción por un estilo de vida desde los valores del evangelio, apostando por la acogida incondicional de las personas, familias y comunidades y visualizando en el trabajo compartido la radicalidad de las Bienaventuranzas. Tratamos de incidir en la transformación social acompañando a familias, fortaleciendo su protagonismo social e incidiendo en políticas públicas que cambien las estructuras de poder y exclusión social para así colaborar en desvelar el Reino que ya está presente en Jesús Niño.
Dios está naciendo aquí y ahora, sin pañales, en un potrero, o en la calle, en una comunidad indígena, o en un barrio marginal sin luz, agua potable, ni centro médico. Tal vez este Dios a quien esperamos es una niña, indígena, de rostro oscuro, que nace a pesar de todas las condiciones adversas que no garantizan una vida digna. Un rostro que nos reclama y urge, cada día, aunque no sea Navidad, en la lucha por la dignidad de cada persona.
¡¡Feliz Navidad desde Quito!!
pastoralsj

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