Aunque me digan que es imposible… para siempre, Señor
Aunque me digan necio… para siempre, Señor
Aunque me confundan… para siempre, Señor
Aunque sobrecojan las dudas… para siempre, Señor
Aunque pensé en otra cosa…para siempre, Señor
Aunque me cueste amar… para siempre, Señor
Aunque lo vea difícil… para siempre, Señor
Aunque se oscurezca el horizonte… para siempre, Señor
Aunque no encuentre lo que busque… para siempre, Señor
Sí, amigo y Señor;
Haz que, mi amor, sea ¡para siempre!
Y haz que, mi amor, sea un amor divino
Un amor que brota en el cielo y se rompe cuando toca la tierra
Un amor que perdona las veces que haga falta
Un amor que no es un juego sino una vida
Un amor que no es un capricho y sí bien vivido
Un amor que, cuanto más se da, más crece
Un amor que, cuanto más de ofrece, más devuelve
Un amor que, cuanto más se cuida, se convierte en un gran gigante
Sí, amigo y Señor;
Sigue bendiciendo mi casa, mi matrimonio y mi familia
Para que nunca falte la luz que clarifique la oscuridad
Ni el viento que disipe la tormenta
Ni el amor que todo lo comprende y lo soluciona
Y, cuando me asolen los intentos de lapidarlo,
Sal a mi encuentro, Señor,
Para que comprenda, una vez más, que sin amor,
La vida no merece la pena ser vivida.
Aunque me digan necio… para siempre, Señor
Aunque me confundan… para siempre, Señor
Aunque sobrecojan las dudas… para siempre, Señor
Aunque pensé en otra cosa…para siempre, Señor
Aunque me cueste amar… para siempre, Señor
Aunque lo vea difícil… para siempre, Señor
Aunque se oscurezca el horizonte… para siempre, Señor
Aunque no encuentre lo que busque… para siempre, Señor
Sí, amigo y Señor;
Haz que, mi amor, sea ¡para siempre!
Y haz que, mi amor, sea un amor divino
Un amor que brota en el cielo y se rompe cuando toca la tierra
Un amor que perdona las veces que haga falta
Un amor que no es un juego sino una vida
Un amor que no es un capricho y sí bien vivido
Un amor que, cuanto más se da, más crece
Un amor que, cuanto más de ofrece, más devuelve
Un amor que, cuanto más se cuida, se convierte en un gran gigante
Sí, amigo y Señor;
Sigue bendiciendo mi casa, mi matrimonio y mi familia
Para que nunca falte la luz que clarifique la oscuridad
Ni el viento que disipe la tormenta
Ni el amor que todo lo comprende y lo soluciona
Y, cuando me asolen los intentos de lapidarlo,
Sal a mi encuentro, Señor,
Para que comprenda, una vez más, que sin amor,
La vida no merece la pena ser vivida.
Antonio Leoz
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