LECTURAS
Domingo 25 del tiempo ordinario
SABIDURÍA 2, 12-20
Dijeron los malvados:
Acechemos al justo, que nos resulta incómodo;
se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados,
nos reprende nuestra educación errada,
declara que conoce a Dios y se da el nombre de hijo del Señor;
es un reproche para nuestras ideas y sólo verlo da grima;
lleva una vida distinta a los demás y su conducta es diferente;
nos considera de mala ley y se aparta de nuestras sendas
como si fueran impuras;
declara dichoso el fin de los justos y se gloría de tener por padre a Dios.
Veamos si sus palabras son verdaderas,
comprobando el desenlace de su vida.
Si es el justo hijo de Dios,
lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos;
lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura
para comprobar su moderación y apreciar su paciencia;
lo condenaremos a muerte ignominiosa,
pues dice que hay quien se ocupa de él.
Como ya sabemos, este libro es el más reciente de todos los escritos del Antiguo Testamento (algunos piensan que su redacción pudo hacerse en tiempos contemporáneos de Jesús, aunque la mayoría se inclina más bien a fecharlo en torno al año 100 a. C. ).
Puesto bajo la autoridad de Salomón, pretende recoger la sabiduría ancestral de Israel. El capítulo segundo muestra "la sabiduría de los malvados". Creo que es un hermoso texto, que puede servirnos muy bien para nuestra meditación. Para la eucaristía de hoy se seleccionan solamente algunos versos, pero es muy interesante el capítulo entero, que convendría que leyéramos completo. Se incluye al final.
Este texto tiene dos aplicaciones para acompañar al evangelio de Marcos. Por un lado, al tipo de "Justo" que se encarna en Jesús y que es objeto de persecución. Resulta impresionante el paralelo de algunas frases con las invectivas que dirigían los jefes del pueblo a Jesús en la cruz ("Si es el Hijo de Dios, que venga Dios y le salve”).
Por esta razón, este texto se ha releído en la iglesia con sentido profético, anunciador de Jesús. Por otra parte, se aplica a nuestra vida cristiana, en paralelo a las palabras de Jesús que se refieren a las persecuciones que sufrirán los que le siguen, tan bien expresadas en la segunda carta a Timoteo, culminando con la frase de 3,12: "Todos los que quieran vivir religiosamente como cristianos sufrirán persecución"
SANTIAGO 3, 16 a 4, 3
Donde hay envidias y peleas, hay desorden y toda clase de males.
La sabiduría que viene de arriba, ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y de buenas obras, constante, sincera.
Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.
¿De dónde salen las luchas y los conflictos entre vosotros? ¿No es acaso de los deseos de placer que combaten en vuestro cuerpo? Codiciáis lo que no podéis tener, y acabáis asesinando. Ambicionáis algo y no podéis alcanzarlo, así que lucháis y peleáis.
No lo alcanzáis porque no lo pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para derrocharlo en placeres.
Sigue la misma línea de domingos anteriores. Se trata de "la sabiduría de Jesús" y muestra cierto paralelo con el primer texto, en cuanto refleja un modo de proceder que no nace de Jesús sino de la sabiduría del mundo, originada en las malas tendencias de nuestro espíritu.
TEXTO COMPLETO DEL LIBRO DE LA SABIDURÍA
Cap. 2.
Porque se dicen discurriendo desacertadamente:
«Corta es y triste nuestra vida; no hay remedio en la muerte del hombre ni se sabe de nadie que haya vuelto del Hades. Por azar llegamos a la existencia y luego seremos como si nunca hubiéramos sido. Porque humo es el aliento de nuestra nariz y, el pensamiento, una chispa del latido de nuestro corazón; al apagarse, el cuerpo se volverá ceniza y el espíritu se desvanecerá como aire inconsistente.
Caerá con el tiempo nuestro nombre en el olvido, nadie se acordará de nuestras obras; pasará nuestra vida como rastro de nube, se disipará como niebla acosada por los rayos del sol y por su calor vencida. Paso de una sombra es el tiempo que vivimos, no hay retorno en nuestra muerte; porque se ha puesto el sello y nadie regresa.
Venid, pues, y disfrutemos de los bienes presentes, gocemos de las criaturas con el ardor de la juventud. Hartémonos de vinos exquisitos y de perfumes, no se nos pase ninguna flor primaveral, coronémonos de rosas antes que se marchiten; ningún prado quede libre de nuestra orgía, dejemos por doquier constancia de nuestro regocijo; que nuestra parte es ésta, ésta nuestra herencia.
Oprimamos al justo pobre, no perdonemos a la viuda, no respetemos las canas llenas de años del anciano. Sea nuestra fuerza norma de la justicia, que la debilidad, como se ve, de nada sirve.
Aquí se incluye el texto de hoy:
Acechemos al justo, que nos resulta incómodo; se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada, declara que conoce a Dios y se da el nombre de hijo del Señor; es un reproche para nuestras ideas y sólo verlo da grima; lleva una vida distinta a los demás y su conducta es diferente; nos considera de mala ley y se aparta de nuestras sendas como si fueran impuras; declara dichoso el fin de los justos y se gloría de tener por padre a Dios.
Veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.
Así discurren, pero se equivocan; les ciega su maldad; no conocen los secretos de Dios, no esperan recompensa por la santidad ni creen en el premio de las almas intachables.
Porque Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo imagen de su misma naturaleza; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen.
Capítulo 3.
En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno. A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto; se tuvo por quebranto su salida, y su partida de entre nosotros por completa destrucción; pero ellos están en la paz.
Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos, su esperanza estaba llena de inmortalidad; por una corta corrección recibirán largos beneficios. pues Dios los sometió a prueba y los halló dignos de sí; como oro en el crisol los probó y como holocausto los aceptó. El día de su visita resplandecerán, y como chispas en rastrojo correrán. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos y sobre ellos el Señor reinará eternamente. Los que en él confían entenderán la verdad y los que son fieles permanecerán junto a él en el amor…
José Enrique Galarreta, S.J.
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