Sunday, December 06, 2009

La homilía de Betania: ARREGLAR LOS CAMINOS TORCIDOS


Por José María Martín OSA



1.- Juan Bautista, un personaje singular. El eco de la predicación de Juan Bautista ha llegado hasta nuestros días en este segundo Domingo de Adviento. Juan Bautista es un personaje singular, fiel siempre a su vocación y a su misión con humildad. Ni siquiera "se sentía digno de soltar las correas de las sandalias de aquel" a quien anunciaba. Pero aún atrae más su sentido espiritual, el mensaje ascético de Juan. Es un mensaje que se hacía durísimo con los poderosos: "No te es lícito vivir con la mujer de tu hermano"; cortante con los fariseos: "Son una raza de víboras"; fuerte con los soldados: "No hagáis extorsión a nadie y conténtense con la paga"; suplicante con los publicanos: "No pidáis más de lo tasado". Y todo esto, consciente de que estaba "preparando los caminos del Señor", "enderezando las sendas", Nos hace falta Juan en nuestros días. En estas ciudades rebosantes de multitudes, de muchedumbres informes y masificadas, en estas ciudades que, bajo otros aspectos, son verdaderos desiertos, está haciendo falta que aparezca Juan con su mensaje: "Yo soy la voz del que clama en el desierto".



2.- Necesidad de conversión. Juan iba al grano y sin rodeos en su papel de precursor: Hay que cambiar, hay que convertirse. Porque “el hacha está tocando ya la raíz, y todo árbol sin frutos será talado y echado al fuego". Él nos invita también a ti y a mí, diciéndonos con potente y penetrante voz: ¡Endereza tus pasos! ¡El Señor viene, y ya está a la puerta!". Sí, el Señor que vino hace dos mil años y que vendrá al final de los tiempos, viene también a nosotros en el hoy de nuestra historia y de muchas formas se acerca para tocar suave o fuertemente a la puerta de nuestros corazones. Por tanto: ¡despójate de la impaciencia con que sueles tratar a algunas personas y revístete de la paciencia, tratando a todos con máxima afabilidad! ¡Despójate del egoísmo y apego a los bienes materiales para revestirte de actitudes de generosidad y desprendimiento! ¡Despójate de la insensibilidad frente a las necesidades del prójimo y revístete de la caridad que se hace concreta en actitudes e iniciativas de solidaridad! ¡Despójate de los chismes, de la difamación, de la calumnia, de hablar mal de personas ausentes!



3.- Nuestra tarea es preparar los caminos del Señor: "que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale". ¿Cuál nuestra colina? Quizá sea nuestro orgullo y nuestra autosuficiencia. El gran pecado del hombre actual es prescindir de Dios y creerse él mismo el todopoderoso. Pero podemos también vivir sin valorarnos, con una falsa humildad y abatimiento. Por eso se nos dice que nos levantemos y reconozcamos los dones que Dios nos ha dado para ponerlos a disposición de los hermanos. A veces nos empeñamos en caminar por caminos tortuosos o escabrosos. Dios quiere que eliminemos los baches y las curvas que nos desvían de la senda verdadera. Prepara los caminos al Señor y le abre la puerta quien con humildad reconoce que necesita del Señor y endereza sus pasos torcidos, quien se convierte de su mala conducta, quien abandona el camino del mal y de la mentira para recorrer el sendero del bien que conduce a la Vida. Prepara los caminos al Señor quien se afana seriamente en quitar todo obstáculo del camino, despojándose de todo lo que retarda o impide su llegada a nuestra morada interior. Prepara los caminos al Señor y le abre la puerta quien se esfuerza en "rellenar los valles y abismos", quien con sistemático trabajo lucha para se acaben las desigualdades y triunfe de una vez para siempre la justicia.

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