LECTURAS
ISAÍAS 9, 1-4
En otro tiempo, el Señor humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí: ahora ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande.
Habitaban tierra de sombras y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo.
Se gozan en tu presencia como gozan al segar,
como se alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor y el yugo de su carga,
el bastón de su hombro,
los quebrantaste como el día de Madián.
El texto se trae a este domingo por la alusión a Galilea. Se trata por tanto de una “profecía ex eventu”. Nadie sabe si Isaías profetiza que el Mesías será Galileo, pero, visto que Jesús lo es, se atribuye carácter profético al texto de Isaías.
El texto de Isaías está lamentablemente mutilado; lo que leemos es como la introducción de un texto cuya cumbre es: "Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado ...", en el que Isaías anuncia el nacimiento de un príncipe (Ezequías), en el que están puestas las esperanzas del Pueblo. La Iglesia ha interpretado proféticamente este texto aplicándolo a Jesús, el Galileo de Nazaret.
Jesús de Nazaret, Jesús el Galileo, es un escándalo ya desde el principio precisamente por ser galileo. De Galilea, la Galilea de los gentiles, tierra mal vista, tenida por semi-pagana, a los ojos de Jerusalén, que es el centro ortodoxo por excelencia, no puede salir nada bueno. El bien, la Ley, la ortodoxia y todo lo demás han de venir de Judea, de Jerusalén.
(El nacimiento de Jesús en Belén y su posterior residencia en Nazaret muestra bien claramente la incomodidad que experimentaban los judíos ortodoxos para aceptar a Jesús Galileo).
1 CORINTIOS 1, 10-13 y 17
Hermanos: os ruego en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir. Hermanos, me he enterado por los de Cloe de que hay discordias entre vosotros.
Y por eso os hablo así, porque andáis divididos diciendo: "Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo". ¿Está dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros? ¿Habéis sido bautizados en nombre de Pablo? No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
Ya conocemos que Corinto era la ciudad cosmopolita por excelencia, gran metrópolis comercial, rica, cruce de culturas. Evangelizar Corinto era sin duda para Pablo anunciar el Evangelio a todos los pueblos.
La comunidad cristiana de Corinto tuvo muy fuertes problemas, especialmente de graves disensiones entre sus miembros. Este es el primer problema que toca Pablo en su carta.
José Enrique Galarreta, S.J.
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