Wednesday, January 26, 2011

Espacio Sagrado


Marcos 4:2-9
Jesús les enseñó muchas cosas por medio de ejemplos o parábolas. Les enseñaba en esta forma: "Escuchen esto: El sembrador salió a sembrar. Al ir sembrando, una parte de la semilla cayó a lo largo del camino, vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó entre piedras, donde había poca tierra, y las semillas brotaron en seguida por no estar muy honda la tierra. Pero cuando salió el sol, las quemó y, como no tenían raíces, se secaron. Otras semillas cayeron entre espinos: los espinos crecieron y las sofocaron, de manera que no dieron fruto. Otras semillas cayeron en tierra buena: brotaron, crecieron y produjeron una treinta, otras sesenta y otras cien. Jesús les dijo: ¿No entienden esta parábola? Entonces, ¿cómo comprenderán las demás? Lo que el sembrador siembra es la Palabra de Dios. Los que están a lo largo del camino cuando se siembra, son aquellos que escuchan la Palabra, pero en cuanto la reciben, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. Otros reciben la Palabra como un terreno lleno de piedras. Apenas reciben la Palabra la aceptan con alegría; pero no se arraiga en ellos y no duran más que una temporada; en cuanto sobreviene alguna prueba o persecución por causa de la Palabra, al momento caen. Otros la reciben como entre espinos; éstos han escuchado la Palabra, pero luego sobrevienen las preocupaciones de esta vida, las promesas engañosas de la riqueza y las demás pasiones, y junta ahogan la Palabra, que no da fruto. Para otros se ha sembrado en tierra buena. Éstos han escuchado la Palabra, le han dado acogida, y dan fruto: unos el treinta por uno, otros el sesenta y otros el ciento." Y añadió: "Quien tenga oídos para oir, que escuche."
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

La semilla ha sido esparcida por Jesús en mi vida, pero la historia no termina. Lleno de esperanza y deseo, Jesús me ofrece vida continuamente. Miro mi vida y veo que podrían haber áreas que yo necesito atender para permitir que la semilla crezca.

Me preocupo de no focalizar en las áreas rocosas y quemadas, sino reconocer con agradecimiento que Dios está trabajando en mí, produciendo vida, crecimiento y frutos.

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