(Antonio Pelayo. Roma) No por esperada y anticipada, la noticia de la beatificación de Juan Pablo II ha dejado de provocar un fuerte impacto en la opinión pública del mundo católico o no. A menos de seis años de su muerte, la memoria de Karol Wojtyla no ha palidecido, y el recuerdo de sus palabras, de sus gestos, de su atractiva personalidad, sigue muy viva para millones de personas. No han faltado –es verdad– algunas voces críticas, pero han sido sumergidas por la alta marea de los que han manifestado su emoción ante el reconocimiento oficial de una santidad que para muchos no necesitaba de refrendos oficiales.
El rito de beatificación del Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II tendrá lugar en el Vaticano el 1 de mayo de 2011, segundo Domingo de Pascua, de la Divina Misericordia, presidido por Benedicto XVI.
Ya se anuncia una afluencia masiva a la ceremonia del 1 de mayo. Apenas se hizo público el anuncio, muchos hoteles de Roma tuvieron que poner el cartel de “completo” y las compañías aéreas vieron cómo se llenaban sus vuelos a la capital italiana en esas fechas.
No estará de más hacer notar que la elevación a los altares de Juan Pablo II responde a una lógica que se ha impuesto en los últimos 150 años de la historia de la Iglesia. De la lista de los diez últimos papas (Pío IX, León XIII, Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II), sólo cuatro han quedado fuera, por ahora, de ese proceso: León XIII, Benedicto XV, Pío XI y Juan Pablo I.
“Que esta institución exalte a casi todos los que la han dirigido desde hace 150 años –notaba en Le Monde el historiador Etienne Fouilloux– constituye en, mi opinión, una forma de autojustificación del papado”.
También podría decirse –pienso yo– que el mecanismo de selección de candidatos en los últimos siglos ha mejorado notablemente y que la calidad personal de los últimos pontífices es sensiblemente superior a la de muchos de sus predecesores. El último papa declarado santo fue Pío V, el hombre de Trento, del catecismo y de la Contrarreforma.
El proceso ha sido el siguiente:
Benedicto XVI decidió que la causa de beatificación se iniciase antes de que se cumplieran los cinco años de la muerte de Juan Pablo II, como exige la normativa vigente. Esta dispensa fue solicitada por la imponente fama de santidad de que gozó el Papa en su vida, durante la muerte y después de su muerte.
Entre junio de 2005 y abril de 2007 tuvieron lugar la encuesta diocesana principal en Roma y las rogatorias en diversas diócesis sobre la vida, las virtudes y la fama de santidad y de milagros. La validez jurídica de los procesos canónicos fue reconocida por la Congregación para las Causas de los Santos con un decreto el 4 de mayo de 2007.
En junio del 2009, después de examinar la positio (exposición que hace por escrito el postulador de la causa), nueve consultores teólogos del dicasterio dieron su parecer positivo sobre la heroicidad de las virtudes del Siervo de Dios.
El mes des noviembre de ese mismo año, siguiendo el curso habitual, esta positio fue sometida al juicio de los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, que manifestaron su parecer positivo.
El 19 de diciembre de 2009, Benedicto XVI autorizó la promulgación del decreto sobre la heroicidad de las virtudes.
La postulación presentó a la Congregación como milagro la curación del “morbo de Parkinson” de Marie Simon Pierre Normand, religiosa del Instituto de las Hermanitas de las Maternidades Católicas. Todo el material médico-legal fue sometido al examen científico de la Consulta Médica del dicasterio el 21 de octubre de 2010. “Sus peritos, después de haber estudiado con su habitual escrúpulo los testimonios del proceso y toda la documentación, se expresaron a favor de la imposibilidad de explicar científicamente esta curación”.
Por fin, el 11 de enero de 2011 se celebró la Sesión Ordinaria de los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, que han emitido una sentencia afirmativa unánime considerando milagrosa la curación de sor Marie Pierre Simon.
El cardenal Amato responde a las críticas
En unas declaraciones hechas a Radio Vaticano, el cardenal Amato ha respondido así a las críticas sobre una aceleración excesiva de todo el proceso de beatificación: “Por lo que se refiere al rigor y a la precisión en los procedimientos, no se han hecho descuentos. La causa ha sido tratada como las otras, siguiendo los pasos previstos por la legislación de la Congregación”.
“Es más –continúa el cardenal–, si se me permite una mía impresión, justamente para honrar dignamente la memoria de este gran Pontífice, su causa ha sido sometida a un escrutinio especialmente exigente para disipar cualquier duda y superar todas las dificultades”.
La prefectura de la Casa Pontificia ha anunciado que para la ceremonia del 1 de mayo no será necesario pedir billetes. El acceso a la Plaza de San Pedro será libre, y cuando su aforo quede lleno, las gentes se situarán en la Via della Conciliazione y calles adyacentes.
Se calcula que la multitud superará el millón de personas, una buena parte de ellas, procedentes de Polonia.
Vida Nueva
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