QUÉ MATEMÁTICAS TAN
RARAS… LAS DE DIOS
Por Javier Leoz
1.- Reiniciamos en muchas parroquias, o a punto de hacerlo,
el curso pastoral. Y, en este tiempo de vuelta a la normalidad y a la
responsabilidad en el campo de la fe, una vez más nos encontramos con el rostro
de un Dios misericordioso y bueno: bondadoso, y además, con todos:
--Con aquel que ha
llevado, por diversas circunstancias, una vida tortuosa y alejada de Dios,
es recibido con lo que más a Dios gusta emplear: su misericordia
--Con aquel otro, que
gastó inútilmente sus talentos, se pone de rodillas en el cenit de su vida
esperando lo que sólo Dios es capaz de dar con creces: olvido de sus pecados
--Con aquel otro que
intentó cumplir con unos mínimos o aquel otro vanidoso por haber cumplido
al cien por cien con su cometido de hijo… es puesto a los pies de la cruz para
que Dios perdone también su orgullo, soberbia o su egocentrismo
2.- La figura del PADRE, tal vez, no resuena con excesiva
fuerza en muchos momentos de nuestra vida:
-Cuando nos sentimos
dueños y señores de lo que acontece.
-Al pensar que es más fácil vivir sin referencia a Él y nos
perdemos en una huida sin ton ni son con mucho ruido, errantes, pesarosos y sin
horizonte.
-Si creemos que el
destino depende exclusivamente de los hilos humanos y nos alteramos cuando,
ese mismo destino, nos devuelve mil y una bofetadas cruentas en el rostro de la
felicidad que profesábamos.
Pero la figura del PADRE tiene vigencia especial:
-Al rebobinar la
película de nuestras correrías y ver las secuencias que nos han producido
cicatrices y soledades, lágrimas y sufrimientos, desgarro y hasta divorcio con
nuestra propia dignidad humana
-Cuando echamos una
mirada atrás y vemos humear la casa del Padre donde El sigue esperando,
cociendo y tostando en el horno de su misericordia el pan del perdón y de la generosidad,
del encuentro deseado o de unas faltas que (para el Padre) nunca existieron en
el hijo.
-Cuando en el roce
con el mundo somos testigos de ingratitudes y de menosprecios y añoramos
las caricias de la casa paterna, la palabra oportuna, el consejo certero o el
abrazo de consuelo.
-Cuando nos sentimos
incomprendidos por aquellos de los cuales esperábamos tanto y nos dejaron
enterrados, crucificados con el recuento y el recuerdo de nuestros defectos.
2.- Siempre pensamos que la felicidad la podemos alcanzar
fuera y lejos de nuestra propia casa. No somos, unos, impuros y, otros, puros
ni, otros, plantas venenosas y los de más allá plantas perfumadas. Eso sí…Dios
a todos trata por igual. ¡Qué matemática tan rara la de Dios!
Dios respeta nuestra libertad. Sufre, estoy convencido, al
sentir y contemplar a este mundo nuestro tan de espaldas a Él. No me cuesta
esfuerzo imaginar a un Dios, con lágrimas en sus ojos, al comprobar cómo la
vieja Europa va alejándose montada en el Euro o muriendo en trenes de muerte,
amenazada por la inseguridad o la ansiedad de los que tienen sed de sangre.
Sufre Dios por el despiste del hombre, pero deja que
actuemos en libertad, e incluso a pesar de que muchos hagan dentellada o lancen
pedradas contra la casa del Padre. Hoy el hombre, que escapa lejos de Dios, que
vive embelesado en su propio rigor y sistema, siente de momento pocas ganas de
volver hacia atrás.
--¿Qué ocurrirá cuando
el capital vacíe de falsas alegrías el corazón del hombre?
--¿Qué ocurrirá
cuando el hombre sienta que está arruinado porque gastó lo que
aparentemente ganó?
--¿Se acostumbrará
el ser humano a cambiar el traje de señor por el de esclavo?
3.- En nuestros colegios y comunidades, parroquias y grupos
se va a iniciar un nuevo curso apostólico. Todas iniciativas que se retoman son
un buen “buscador” para encontrar esas sendas de vuelta atrás y dar con los
caminos que van derechos a la casa donde se vive más y mejor: la casa del Padre
Acaba el verano y nos adentramos en el otoño; ojala nos
despojemos de tanta hojarasca y vuelva a resurgir, con la ayuda del Señor,
nuestro aprecio por las cosas de Dios.
4.- VOLVERÉ, SEÑOR,
PERO EMPÚJAME
VOLVERÉ, SEÑOR, PERO
EMPÚJAME
De mis miedos y temores, hacia la seguridad en tus brazos
De mis angustias y ansiedades, al descanso de tu Palabra
De mis tristezas, a la alegría de saber que estás conmigo
De mis miedos y temores, hacia la seguridad en tus brazos
De mis angustias y ansiedades, al descanso de tu Palabra
De mis tristezas, a la alegría de saber que estás conmigo
VOLVERÉ, SEÑOR, PERO EMPÚJAME
Porque tengo miedo de intentarlo, y quedarme a mitad del camino
Porque tengo miedo de verte, y nunca encontrarte
Porque tengo miedo de volver, y mirar hacia atrás
Porque tengo miedo de pensar, y arrepentirme
Porque tengo miedo de intentarlo, y quedarme a mitad del camino
Porque tengo miedo de verte, y nunca encontrarte
Porque tengo miedo de volver, y mirar hacia atrás
Porque tengo miedo de pensar, y arrepentirme
VOLVERÉ, SEÑOR, PERO EMPÚJAME
Para dar con tu casa donde siempre hay una fiesta
Para entrar en tu jardín donde siempre es primavera
Para acostarme en tu pecho en el que siempre uno se siente reconocido
Para adentrarme en tu hogar y saber que siempre hay sitio
Para dar con tu casa donde siempre hay una fiesta
Para entrar en tu jardín donde siempre es primavera
Para acostarme en tu pecho en el que siempre uno se siente reconocido
Para adentrarme en tu hogar y saber que siempre hay sitio
VOLVERÉ, SEÑOR, PERO EMPÚJAME
Para que no vacile y supere mis propios errores
Para que no malgaste los muchos talentos que me regalaste
Para que no exija más de lo que pueda ofrecer
Para que regrese y sea feliz de poder de nuevo verte
Para que no vacile y supere mis propios errores
Para que no malgaste los muchos talentos que me regalaste
Para que no exija más de lo que pueda ofrecer
Para que regrese y sea feliz de poder de nuevo verte
VOLVERÉ, SEÑOR, PERO EMPÚJAME
Y si por lo que sea dudo, dame fortaleza para triunfar
Y si por lo que sea caigo, levántame con tu Espíritu
Y si por lo que sea digo “imposible”, toca con tu mano mi mente pesimista
Y si por lo que sea dudo, dame fortaleza para triunfar
Y si por lo que sea caigo, levántame con tu Espíritu
Y si por lo que sea digo “imposible”, toca con tu mano mi mente pesimista
VOLVERÉ, SEÑOR, PERO… EMPÚJAME PARA LLEGAR HASTA TU HOGAR
Betania
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