Monseñor Poli ofreció hoy un oficio religioso en la parroquia Nuestra Señora de la Piedad, en Buenos Aires, donde están los restos de María Antonia de Paz y Figueroa.
El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Poli, presidió hoy una misa convocada por la Sociedad Hijas del Divino Salvador, en la que conmemorarán el centenario del regreso de los restos mortales de lavenerable María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como Mama Antula, y pedirán por su pronta beatificación.
La celebración fue, a las 11, en la parroquia Nuestra Señora de la Piedad, de la ciudad de Buenos Aires, donde se encuentran los restos de la fundadora de la Santa Casa de Ejercicios.
María Antonia de Paz y Figueroa nació en 1730 en Villa Silípica, Santiago del Estero. Desde muy joven comenzó a trabajar con los jesuitas colaborando en la organización de ejercicios espirituales. Luego partió a Buenos Aires, donde durante veinte años se dedicó a predicar el mensaje de Cristo. En 1795 fundó la Casa de Ejercicios Espirituales que sigue cumpliendo su misión.
María Antonia de Paz y Figueroa nació en 1730 en Villa Silípica, Santiago del Estero. Desde muy joven comenzó a trabajar con los jesuitas colaborando en la organización de ejercicios espirituales. Luego partió a Buenos Aires, donde durante veinte años se dedicó a predicar el mensaje de Cristo. En 1795 fundó la Casa de Ejercicios Espirituales que sigue cumpliendo su misión.
Falleció el 7 de marzo de 1799 en dicha Casa y sus restos descansan en la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad, de la Capital Federal.
El 2 de julio de 2010, Benedicto XVI autorizó a la Congregación vaticana para las Causas de los Santos promulgar el decreto por el que se reconoce que la sierva de Dios María Antonia de Paz y Figueroa practicó las virtudes cristianas en grado heroico y la proclamó venerable. De este modo la religiosa, conocida como Mama Antula, dio un paso decisivo en el proceso de su beatificación.
Su vida y sus “beatas”
En 1760, en Santiago del Estero, María Antonia de Paz y Figueroa reunió a un grupo de chicas jóvenes con las que vivía, rezaba, ejercía la caridad y colaboraba con los padres jesuitas. Cuando se produjo la expulsión de los jesuitas en 1767, María Antonia pidió al mercedario fray Diego Toro que asumiera las tareas propias de la predicación y la confesión, mientras que ella siguió con los ejercicios espirituales. La amistad con los jesuitas siguió vía epistolar. Tiempo después, abandonó Santiago del Estero para organizar ejercicios espirituales en Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja. Los viajes los hacía caminando descalza y pidiendo limosnas.
En menos de un año, organizó en Córdoba ocho tandas de ejercicios espirituales para 200 y 300 personas, pero en Buenos Aires no fue muy bien recibida. La trataron de loca, borracha, fanática y hasta de bruja.
Su vida y sus “beatas”
En 1760, en Santiago del Estero, María Antonia de Paz y Figueroa reunió a un grupo de chicas jóvenes con las que vivía, rezaba, ejercía la caridad y colaboraba con los padres jesuitas. Cuando se produjo la expulsión de los jesuitas en 1767, María Antonia pidió al mercedario fray Diego Toro que asumiera las tareas propias de la predicación y la confesión, mientras que ella siguió con los ejercicios espirituales. La amistad con los jesuitas siguió vía epistolar. Tiempo después, abandonó Santiago del Estero para organizar ejercicios espirituales en Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja. Los viajes los hacía caminando descalza y pidiendo limosnas.
En menos de un año, organizó en Córdoba ocho tandas de ejercicios espirituales para 200 y 300 personas, pero en Buenos Aires no fue muy bien recibida. La trataron de loca, borracha, fanática y hasta de bruja.
El obispo mostró desconfianza y postergó la respuesta por nueve meses, mientras solicitaba informes sobre ella. Luego no sólo le dio autorización, sino que se convirtió en un gran admirador y le dejó un apreciable legado.
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LUISA SÁNCHEZ SORONDO
“Queremos verla en los altares”
Al cumplirse 100 años del traslado de los restos de María Antonia de Paz y Figueroa a la Basílica Nuestra Señora de la Piedad, en Buenos Aires, celebraron hoy una misa a las 11 y otra a las 19. En ese sentido, los medios nacionales se hicieron eco de la campaña por la beatificación de la laica santiagueña, y en radio Continental, Fernando Bravo entrevistó a Luisa Sánchez Sorondo, descendiente colateral de Mama Antula.
“El Papa Francisco nos ha escrito una carta diciendo que quiere la pronta beatificación de María Antonia y los que quieran leerla pueden ingresar a la página de ella que es www.mamaantula.org ahí van a conocer la vida de ella”, comenzó diciendo Sorondo.
En otro tramo de la entrevista, recordó que la de Mama Antula fue la primera causa argentina en ingresar al Vaticano. “María Antonia le entregó su vida a Dios, pero como laica consagrada y se fue caminando desde Santiago del Estero a las provincias de Jujuy, Salta, La Rioja, Córdoba y Buenos Aires. En Buenos Aires fundó la Casa de los Ejercicios Espirituales y lo hizo igual que el Cura Brochero”.
Dijo, además, que lo que impacta a Bergoglio de Mama Antula “es la semilla que dejó en todas las personas con quienes hizo los ejercicios espirituales, por eso lo que estamos pidiendo es que para el Bicentenario la queremos ver en los altares”.
Actualmente, la causa está siendo evaluada por la comisión médica. “Ellos se van a reunir pronto, eso nos dijo la postuladora Silvia Correale, quien también nos ha pedido que recemos para que esto sea pronto, porque si ellos aprueban el milagro se puede decir que ya es beata”. Aseveró también, que una vez que se concrete el pedido de beatificación, buscarán restaurar la Casa de los Ejercicios Espirituales que data de la época colonial.
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TEXTO DE LA CARTA
Recibí su carta del pasado 7.
Muchas gracias. También yo deseo la pronta beatificación de María Antonia de Paz y Figueroa y ya hice varias gestiones en la Congregación para las Causas de los Santos.
Gracias por el material impreso que me envió.
Por favor, le pido que siga rezando y haciendo rezar por mí pues lo necesito.
Que Jesús la bendiga y la Virgen Santa la cuide.
Cordialmente, Francisco.
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