“El día 18 de septiembre de 1810 lo conmemoramos solemnemente, desde los inicios de nuestra existencia como Nación libre y soberana, acudiendo a este Templo, que se levanta en el mismo lugar en que don Pedro de Valdivia emplazara la Casa de Dios cuando fundó Santiago. Este año en que nos preparamos a la celebración del Bicentenario, nos reunimos ante el Cristo que presidió la Primera Junta de Gobierno, en una celebración que tiene un hondo significado religioso, social y cívico. Ha conservado su nombre en latín: “Te Deum”, palabras que inician el himno más solemne de acción de gracias, el “Te Deum laudamus”: A ti, oh Dios, te alabamos. Vivimos, en efecto, una hora privilegiada para alabar y agradecer por tantos dones que hemos recibido a lo largo de nuestra historia republicana, y aún antes del nacimiento de nuestra Patria independiente”, comenzó señalando el Cardenal Errázuriz, en su homilía.
“Hemos escuchado el hermoso Te Deum de la Virgen María: el Magnificat. Con ella podemos cantar: El Señor ha mirado y bendecido también nuestra pequeñez. En verdad, prolongando sus sentimientos se alegra nuestro espíritu en Dios. Realmente “su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”, agregó el Arzobispo de Santiago. “Sin embargo, solemos distraernos y no sopesar los dones recibidos, ni vivir nuestros días con gratitud y alegría. Abundan los compatriotas a los cuales embarga el desencanto, la indiferencia o la tristeza; a veces, el pesimismo o aun la desesperanza. Esta celebración quiere invitarnos a disfrutar estos días festivos, y a prolongar de todo corazón el gozo de nuestra acción de gracias”.
El Cardenal señaló que cada celebración del 18 de setiembre “nos invita a hacer memoria de lo nuestro” y que siempre el Te Deum “se dirige sobre todo a Dios, Creador y Padre, fuente y origen de todo bien”.
Los dones recibidos
El primer don destacado por el Arzobispo de Santiago, en su homilía, fue la vida. También la familia, los desvelos de los padres, la naturaleza, los valores que dan sentido a la existencia, la Patria y su historia. El Cardenal agradeció, además, la forma en que el país afrontó la crisis económica. “Su efecto en nuestra Patria ha sido mucho menor que en la gran mayoría de los países. Con gratitud constatamos la unidad para enfrentarla”. Lo mismo dijo respecto de las fiebre humana, tema en el que destacó “la solicitud del Ministerio de Salud, alentada diariamente por nuestra Presidenta”.Otros logros que destacó el Cardenal fueron la Ley General de Educación, la apertura a la transparencia del Poder Judicial, el aumento de las salas cunas gratuitas y la atención a las víctimas de la violencia intrafamiliar.
La contienda electoral
Acerca de la próxima campaña electoral, el Arzobispo de Santiago dijo: “Queremos una contienda política de cielos despejados, en la cual los candidatos expongan sus programas con sincera transparencia y con realismo, y no desacrediten a la persona de sus adversarios. Despertar pasiones y rechazos a través de descalificaciones no es un signo de nobleza personal ni de confianza en el pueblo, al cual debemos considerarlo capaz de optar serenamente en vista de los méritos y los programas reales de quienes postulan a los diversos cargos. Abstenerse de descalificaciones personales es una promesa de colaboración, desde el gobierno o desde la oposición, con quienes sean elegidos, a los que no se quiere denigrar, sino respetar y apreciar antes y después de la elección”.
El Bicentenario
Al acercarse el país al Bicentenario de la Patria, el Cardenal propuso un regalo: “Que Chile sea cada vez más una mesa para todos, de manera que todos vivamos con gratitud a Dios y a los hermanos, con alegría y esperanza, con justicia y paz”.
Fuente: DOP Santiago - www.iglesiadesantiago.cl
Santiago, 18/09/2009
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