Por José María Maruri, SJ
1.- Estad siempre alegres, os lo repito: estad alegres porque el Señor está cerca, nos dice San Pablo. Y el profeta Sofonías nos dice también que se regocije y grite de alegría Israel, porque el Señor perdona toda nuestra deuda. Y el mismo San Juan ascético y renegrido y con la horca en la mano, la razón que nos da de alegría es que también él anuncia la Buena Noticia, el notición de los siglos, que ya está aquí el que el universo entero esperaba y que no él.
Este domingo de Adviento se llamaba siempre la domenica Laetare, alégrate, y tenía como especial color de los ornamentos, el rosa, que gracias a Dios se perdió, ya hace muchos años, en nuestra sacristía.
Alegría debía ser la tónica de la vida cristiana, que si la fe es llama que arde dentro del corazón, la alegría es el resplandor de esa llama y debe verse por fuera.
Que si el Señor nos dejó dicho que los cristianos tenemos que ser luz del mundo es por esa alegría, que tenemos que se la alegría del mundo, que tenemos que ser la sonrisa de Dios en esta sociedad que nos rodea, alegría que va unida a aquello de ser limpio de corazón, como es alegre una mañana de invierno sin una nube en el cielo, dejando lucir un azul intenso que sirve de marco maravilloso y limpio sin difuminar el recorte de montañas y torres.
2.- Alegría es la tónica general del evangelio
--salta de alegría en el seno de Isabel, Juan el Bautista al sentir la cercanía de María, la cercanía del Señor que ya vive en ella.
--dentro de unos días nos van a cantar los ángeles que anuncian el nacimiento del Señor, una gran alegría para todo el pueblo.
--Jesús va a participar en la alegría de la familia aldeana en la boda de Caná de Galilea contribuyendo a la borrachera general con seiscientos litros de buen vino.
--cuando ya se va a marchar el Señor a su Pasión pide a su Padre que llene a los suyos de Su alegría.
--y el mismo evangelio no significa otra cosa que notición de la alegría.
3.- La alegría participa de las mismas características de la fe. Y es que como fe sin obras es fe muerta, así alegría sin obras es una carcajada hueca de un corazón vacío.
--alegría de dar lo que uno tiene y otro necesita para salir de apuros.
--alegría de una sincera y profunda amistad.
--alegría de pasar haciendo el bien, como debe pasar todo cristiano.
--alegría de saberse perdonado de corazón por el Señor, que hasta se ha olvidado de nuestras miserias, pequeñeces y pecados.
--alegría de sentirse limpio, claro, nítido, cristalino, como el agua que corre.
Pidámosle al Señor que sepamos ser su sonrisa visible en este mundo, aunque de vez en cuando lloremos por dentro.
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