28-Noviembre-2008 María Dolores Cabezudo
En esta semana se ha reunido la Asamblea de la Conferencia Episcopal. Había que elegir Secretario y portavoz. Dieciocho obispos moderados protestaron enérgicamente a Rouco de cómo se plantaba la votación. A pesar de todo no pudieron impedir que Martínez Camino fuera reelegido para otros cinco años por un solo voto de diferencia. El episcopado está muy dividido pero muchos callan para mantener el mito de la unidad. Y esto escandaliza más que las posibles discrepancias. Por eso, aun desde la distancia con que quiere mantenerse de los cotilleos clericales, ATRIO recomienda la lectura de esta carta abierta de María Dolores, catedrática jubilada de la Universidad de Castilla la Mancha, publicada en el periódico de Ciudad Real, Lanza.
Señores obispos,
Les dirijo estas letras respetuosas a todos Vds. pero no tengo mucha esperanza de
El que sirvan para gran cosa, porque de casi el único del que tenemos noticia en los medios de comunicación es del cardenal Rouco, y éste ha comentado en público que no suele leer las noticias que le subrayan sus colaboradores.
Aprovecho para coincidir con su semana de reunión episcopal, y lo hago con el deseo de que mi sinceridad sirva para algo. En realidad, mi sinceridad no es mía, sino que hago de portavoz no oficial de los cristianos practicantes que estamos afiliados a partidos y sindicatos de izquierdas. Y somos de izquierdas porque así nos lo exige nuestra forma de entender el cristianismo, es decir porque la lectura del evangelio nos impulsa a participar en organizaciones cívicas que se preocupen de mejorar la vida de los ciudadanos, de resolver sus problemas, de que lo bueno se reparta, de que todas las voces se escuchen respetuosamente, y de que todos los problemas se estudien y se resuelvan. Aunque como Vds. saben hay otros cristianos que también lo son, que prefieren repartir menos, escuchar menos y zaherir a los de izquierdas con ocasión y sin ella.
Les voy a plantear vanas peticiones:
En primer lugar, que hablen todos ustedes, tal y como piensa cada uno, porque es impensable que casi 70 obispos hablen al unísono en cuestiones opinables. Y de muchos de Vds. no sabemos ni su tono de voz.
En segundo lugar, que se rodeen de asesores competentes cuando el tema lo exija, y si no tienen una opinión sólida no hablen, que no pasa nada.
En tercer lugar que adopten un tono pedagógico contrastado, que sugieran, que propongan, que expongan las ventajas y desventajas de ciertos argumentos y que insistan moderadamente, ya que la sociedad actual tiene cultura para discernir lo que se le dice sin necesidad de que se le repita a todas horas.
No sean obsesos de sus temas preferidos y demuestren una preocupación extensa por los temas de amplio espectro como las Bienaventuranzas. En cambio, obsesiónense, sí, con los terribles males de la humanidad, como la guerra, el comercio de armas, la explotación o la pobreza consentida, el despilfarro y los sueldos abusivos, p.ej. Y sean equitativos, y elogien las iniciativas concordantes con el evangelio, partan de donde partan, al menos con la mísma libertad que callan casi todo lo éticamente valioso que se les ocurre a los políticos y ciudadanos de izquierdas.
¿Saben Vds. lo que se dice en la calle? Que si se pudiera llevar a la cárcel a los “padres abortantes” los obispos no echarían leña al fuego sino declaraciones de principios. Que parece mentira que en las preces o en las homilías de los domingos apenas se aluda a las mujeres víctimas de la violencia. Que la jerarquía fue mucho más silenciosa –hasta que no pudo más- con los pederastas de sus filas, más que con el matrimonio homosexual. Probablemente esto sean exageraciones, pero sería bueno que los Obispos “distintos” ante estos temas lo hagan notar.
Actitudes cuidadosas
Sigo enumerando cuestiones y esta vez es para referirme a aquello preocupante que produce mayor malestar. El respeto a la democracia exige unas actitudes por parte de Vds. mucho más cuidadosas. Claro que todo el mundo tenemos derecho a dar nuestra opinión con libertad, pero la manera de hacerlo no es enrarecer el clima con objeciones de conciencia, sino advertir “yo pienso así y lamento que la Constitución, o el Parlamento, digan lo contrario, porque hay que aceptarlo” No es extraño que a Vds. les desagrade la asignatura de Educación para la Ciudadanía, porque enseña cosas así. Esperemos que surjan algunas voces del episcopado que lean los textos y digan que no son hostiles a la asignatura. O al menos que expliquen por qué la jerarquía se manifiesta en contra en España y no dice nada en otros países de nuestro entorno.
Sin embargo, la palma del malestar se la lleva la Cope. ¿Pueden Vds. explicar por qué poseen esa emisora y consienten las cosas que dicen que dice? Todavía están Vds. a tiempo de rectificar, y les aseguro que si no lo hacen pronto agotarán el crédito y la estima social.
En la legislatura pasada, algunos de Vds. colaboraron en manifestaciones hostiles al gobierno y otros se callaron, y en ésta ya ha amagado el cardenal Rouco pidiendo un referéndum sobre su tema estrella. Así no podemos seguir, y si Vds. desean hacer política recurran al procedimiento cívico, o no se quejen si les desacreditan en determinados foros. Y uso el plural porque no he visto que ningún otro jerarca se desmarque de la iniciativa del referéndum.
No se quejen de que son subestimados, orillados o “perseguidos”, porque no es verdad. No hay país democrático con más procesiones, romerías, actos “oficiales” de culto, ni con más subvenciones del Estado. Decir eso no es jugar limpio.
Han perdido Vds. la oportunidad de decir a los fieles que el crucifijo puede desaparecer de los lugares públicos. Que lo fundamental para los cristianos es llevar una vida concordante con el evangelio y que el recuerdo de lo que decía Jesús puede actualizarse personalmente, sin necesidad de símbolos externos. Esperemos que esta decisión judicial no les lleve a enemistarse con los que somos favorables. No obstante, si despejaran algunas incógnitas sería un alivio. ¿Por qué se niegan a que las víctimas de la postguerra puedan ser bien recibidas por ¡la tercera generación! de sus familias? porque aquello de no abrir heridas no se lo cree nadie. ¿Incluso aunque haya habido miles de niños secuestrados? Sería otro alivio por ejemplo que hicieran movimientos de aproximación a las otras iglesias, y que se sumergieran sin espanto en el momento actual de la ciencia en todas sus ramas.
Decía al principio que me sentía intérprete de los deseos de muchos cristianos de izquierdas y, añado, laicos. Pero también se que hay clérigos que se encuentran incómodos y que les dicen estas cosas en términos parecidos. Vds. tienen la palabra, pero otra.
ATRIO
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