Thursday, November 27, 2008

Jesuítas acusan a la comunidad internacional de querer prolongar la guerra en Congo

RD/Ep).-El jesuíta congoleño y director del Centro de Estudios Para la Acción Social (CEPAS) de Kinshasha, Ferdinand Muhigirwa, desveló las claves de la guerra que se libra en su país, subrayando que, en opinión de su congregación, "si la comunidad internacional lo quisiera realmente, la guerra en la República Democrática del Congo (RDC) terminaría en pocos días".


En una entrevista concedida a Europa Press, Muhigirwa, explicó que el foco del problema y causa directa de la guerra es "el cúmulo de intereses encontrados", debido a la riqueza mineral de la tierra. "Está claro que la raíz del conflicto son los minerales, de los que se benefician las empresas mineras y los países extranjeros, pero no la población autóctona que se ve obligada a vivir con menos de un dólar al día", declaró.


Además, según el sacerdote, son estos intereses económicos y políticos los que hacen que los organismos supranacionales, como la Unión Europea (UE) prefieran que la contienda se mantenga y que "se prolongue en el tiempo de forma interminable".


El centro se dedica, entre otras cosas, a garantizar el aprovechamiento de los recursos minerales de la zona y a tratar de que se dé un reparto equitativo de la explotación del suelo que beneficie a la población. "Es necesario llegar a un equilibrio entre lo que extraen la compañías mineras y lo que percibe el Gobierno, para que éste pueda invertirlo en la población, con la creación de infraestructuras y la concesión de prestaciones sociales", subrayó.



EL INFORME DEL CEPAS


El Centro de Estudios presentó un informe en 2007 con la pretensión de alcanzar, entre otros objetivos, una revalorización de la tierra, el incremento del salario de los mineros congoleños y un mayor respeto de las empresas con el medio ambiente que "contaminan y destruyen los ecosistemas". Para el jesuíta, "es terrible que en un país tan extremadamente rico, la población viva abocada a tales niveles de pobreza", por lo que considera que la labor que desarrolla el centro, se basa en una cuestión de "justicia social".


Otro de los grandes problemas que mostró el trabajo fue el abandono progresivo de la agricultura que se produce desde hace décadas. "La gente no quiere seguir trabajando en los sectores tradicionales porque prefiere enriquecerse en las minas, todos quieren sacar partido de los minerales del Congo", declaró Muhigirwa.


En este sentido, el sacerdote criticó la actitud de las familias que permiten a hijos abandonar el colegio desde edades muy tempranas para excavar. "Ellos creen que así se van a hacer ricos, cuando después la mayoría no consigue más de 50 dólares al mes", aseguró.


Las reivindicaciones del CEPAS sirvieron para orientar al Gobierno en la renegociación de los contratos de explotación de la tierra y para denunciar el contrabando y las exportaciones ilegales de los materiales preciosos. "Formamos una comisión con expertos venidos de las universidades más prestigiosas del mundo y de diversas ONG y conseguimos que se tuviera en cuenta nuestra opinión", explicó el profesor.


Finalmente, Muhigirwa destacó el papel de la Iglesia Católica en el conflicto, aunque remarcó que es un deber intrínseco a la misión. "Quedarnos allí en los momentos más complicados es nuestra obligación, puesto que la esencia de la Iglesia es ser capaz de morir por los demás, actúar de otro modo sería egoísta". Además, concluyó que el objetivo actual de la congregación es organizarse en redes por todo el mundo "para hacer llegar este mensaje de solidaridad y amor a los demás".

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