Friday, November 28, 2008

¿Signos religiosos o signos cristianos?

He leído unas manifestaciones del obispo portavoz de la Conferencia Episcopal Española que me han sorprendido. Mejor dicho, viniendo de quien vienen no me han sorprendido nada. Quería decir que me han desazonado y desagradado. Se refieren a los signos religiosos en lugares públicos, y sostiene que su falta alienta a “los totalitarismos” (sic) . No sé qué relación puede tener una cosa con otra, pero si la tuviere, parece más bien al contrario, que los totalitarismos se han caracterizado, entre otras cosas, por la profusión de signos y símbolos. Que se lo digan al nazismo, al comunismo sovíetico o chino, a la Italia de Mussolini o la España de Franco.


Andan revueltas las mentes con el caso de las placa en honor de Santa Maravillas (¡qué nombrecito!), o la retirada de los crucifijos, por mandato judicial, de un colegio de Valladolid. Sobre lo primero ya me pronuncié en la anterior entrega de este blog. Sobre lo segundo, me parece una disposición judicial discutible, que dará pie a un sin número de opiniones, pero de cualquier modo, resulta un tema poco relevante, a pesar del alboroto de algunos medios, más papistas que el Papa. El auténtio horror no consite en retirar unos materiales de madera, hierro, o lo que sea, en forma de crucifijo, sino el hecho de que Jesús fuera puesto en semejante instrumento de tortura. Ese es el escándalo de los escándalos.


Pero me he distraído. Quería decir a monseñor Camino, al nuncio de su Santidad, que también se adhirió esas manifestaciones, o a otras parecidas, y a un tal señor Alfredo Dagnino (tal vez su nombre sea una premonición), presidente de no sé qué fundación, que lean atentamente el evangelio del último Domingo, festividad de Cristo Rey. Ahí encontrarán los verdaderos signos de Jesús, los pobres, los hambrientos, los enfermos, los extrangeros, los presos. En ellos, dice Jesús, hay que verlo a Él. No dice nada de objetos de madera, de oro, de plata, de hierro, de cerámica, de mármol o de fino cristal.


Tal vez nos hagan dejar nuestros signos litúrgicos y “religiosos” en las sacristías, pero los signos cristianos están en la calle, en la vida seglar y laica. O se ve la fe y la actitud evangélica y cristiana en las personas de carne y hueso, en la vida cotidiana, y fuera del templo y de las sacristías, y no “en signos y símbolos religiosos” materiales, o las tan cacareadas cultura y raíces cristianas de nuestra sociedad serán un camelo. Es decir, por mucho que nos persigan, (ni yo ni ninguno de mis parroquianos nos sentimos así, y lo sé porque se lo he preguntado en más de una ocasión), jamás podrá nadie impedir que el amor fraterno, el perdón, la solidaridad, la opción por los pobres, la misericordia, la comprensión, se noten en la vida pública. Esas son las actitudes que llaman al hombre a la santidad de Dios, “que manda la lluvia a justos e injustos”, no artículos y signos religiosos, muchas veces baratijas de mal gusto.


Incomparablemente más perseguían los romanos a los primeros cristianos y sin embargo reconocían: ¡”mira como se aman”!. Y los cristianos primitivos no podían ni soñar en mostrar signos materiales de su fe, que por otra parte no los tenían, o eran muy pocos, y no les daban mucha impertancia, pero en cambio, con su actitud coherente ante la vida, siguiendo la Palabra del Maestro, en menos de dos siglos convirtieron a la fe cristiana a uno de los imperios mejor organizados, más poderosos y más militarizados de la historia.


¿Donde estaban los signos materiales de los cristianos perseguidos?, ¿en la sacristía? Las lápidas de los mártires, en las tumbas escondidas o en las catacumbas. Y los demás, si los tenían, en las casas. Pero todos veían, y eso les admiraba, que aquellas personas perseguidas y consideradas impías eran buenos vecinos, no iban al anfiteatro a divertirse en espectáculo atroz de violencia y muerte, no litigaban en los tribunales, perdonaban, eran solícitos y cariñosos, compartían y repartían sus bienes.


Monseñor Camino, Sr. Nuncio, Sr. Dagnino, no den tanta importancia a signos materiales religiosos. Exijan que en la tarea de catequización y evangelización trasmitamos y enseñemos a los crisitanos de hoy a vivir un poco, ¡o un mucho!, diferente de aquellos que no siguen a Jesucristo, a no ser tan consumistas, a no ver tanta televisión, a no procurar tan desesperadamente el dinero, a repartir los bienes, a favorecer políticas distributivas, a no clamar venganza contra los criminales, a abrir las puertas a inmigrantes, a que los empresarios cristianos paguen más que lo estipulado por las leyes, (que no se limiten a ser legales, sino que persigan ser justos), a crear un clima de tolerancia, de perdón, de comprensión, de Paz. (¡Más o menos como la COPE!). Verán cómo nuestra generación, incrédula y materialista, comenzará a ver y a entender los signos cristianos. Lo que la gente necesita en los lugares públicos no son signos “religiosos” materiales, sino verdaderos cristianos, que son los signos vivos de Jesús.


Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara.
Del blog "El guardián del Areópago"
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