La sencillez es una de las virtudes más complicadas en este mundo nuestro.
Cuando uno es sencillo (en su manera de hablar, en sus actos) corre el riesgo de ser tomado por tonto, por ingenuo.
Hay críticos propensos a elogiar a poetas misteriosos, cuyas obras sólo comprenden unos pocos. Estos mismos críticos tampoco los entienden, pero tienen facilidad para deslizarse sobre el misterio.
Seguro que todos nos hemos topado con personas de ambos bandos.
Yo tengo en mente a muchas personas que hacen de la sencillez su bandera: cómo enseñan y abren sin prejuicios las puertas de su vida y nos regalan las llaves para que abramos la nuestra.
En cambio también tengo en mente a mandones, personajes que mandan más o que mandan menos, afanados en hacer de la dificultad su muro, su blindaje, su cobijo.
En la sencillez, los hombres y mujeres se alivian, se comprenden. En la complejidad, en cambio, se ven con desconfianza y con rencores.
pastoralsj
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