Thursday, November 27, 2008

¿Está el mundo como el hijo pródigo, endiosado y sin Dios?

Las relaciones del hombre con Dios, con la religión o con lo sagrado, son rasgos fundamentales. Ciertamente que es muy difícil entender a la persona sin la dimensión trascendental. Y los interrogantes sobre el Ser y vivir hoy quedarían incompletos si no analizáramos la situación del mundo en un porcentaje creyente y en otro alejado del Tú divino.


Pero ¿cómo enfocar en el siglo XXI el rasgo religioso de la aldea global, torre de Babel, en parte farisea y víctima del sunamis? La parábola del Hijo pródigo nos puede servir de marco para un mundo, (el occidental sobre todo), que se alejó de Dios, que vive bajo los efectos de la confusión ideológica y de la tergiversación de valores, y en el que hay indicios de un regreso a la “casa del padre”.



El ateísmo endiosado, no necesita de Dios y lo rechaza.

Frente al creyente que considera a Dios como el Valor de los valores, están los millones de personas para quienes Dios nada significa. Millones de ellas viven de espaldas a Dios al que juzgan como un antivalor para el hombre. Más aún, está el rechazo del ateísmo en sus diferentes manifestaciones. ¿Cuántos serán los ateos que rechazan a Dios? En el año 2000 calculaban que eran unos 262.447.550 (un 4,2% de la humanidad). Con razón se lamentaba el Papa Benedicto XVI: el gran problema de occidente es el olvido de Dios.


La ruptura con Dios presenta diversas modalidades: el ateísmo científico, la interpretación atea del marxismo, el psicoanálisis de índole atea, la interpretación nihilista de Nietzsche, el ateísmo existencialista de Sartre. Y últimamente, la posmodernidad que acentúa la hostilidad hacia Dios y lo religioso. Con razón denunció el Concilio: «este ateísmo es uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo» (GS 19).


Las razones de una ruptura

El joven de la parábola deseaba una vida libre fuera de la casa de su padre. El mundo “sin Dios”, además de la plena autonomía, presenta varias razones para justificar la negación de un Tú divino personal. Y así, los ateos argumentan que:

-como todo pensamiento abstracto, universal o metafísico, Dios es una hipótesis inútil para la ciencia;

-el hombre no necesita de Dios, Dios ha muerto ya que ha nacido el super-hombre; -es inaceptable la existencia de un Dios «absurdo» que bloquea la libertad humana;

-Dios y la religión son fuentes de enfermedades y, por lo tanto, incompatibles con la salud psíquica;

-la causa de muchas injusticias se encuentran en Dios y en la religión como estructura;

-el mal y el dolor de los inocentes son incompatibles con la existencia de un Dios bueno que todo lo puede pero que permite el sufrimiento en el mundo.


Críticas y deformaciones de la idea de Dios

Quizás el protagonista de la parábola fuera un joven disgustado por las relaciones autoridad-libertad y tuviera un concepto equivocado de su padre. El mundo ateo de la modernidad y posmodernidad también deforma la imagen de Dios a quien juzga como

-el ser supremo egoísta; un tapagujeros para lo que no se sabe o no se puede;-el abuelo bonachón situado muy lejos, “en los cielos”;-un juez malhumorado con ganas de castigar con el infierno;

-el comerciante que admite tratos éticos: «me porto bien y me ayuda»; «le doy cosas y me corresponde»; me arrepiento de mis culpas y me salva;-un objeto domesticado por la varita del rito religioso;

-el todopoderoso con los efectos de la droga para los momentos depresivos;-como un bombero que sólo sirve para apagar incendios ocasionales;-el tirano que goza con la obediencia ciega del hombre esclavo;

-la causa como dictador ético de muchos traumas psíquicos;-el ídolo acallado fácilmente, del que se exagera lo que conviene y se oculta lo que fastidia;-la idea abstracta que nada tiene que ver con la vida ordinaria del hombre.


Y junto a las deformaciones, surgen las críticas contra Dios:

-”eres sabio, omnipotente y creador: ¿cómo permites el mal, que sufran y mueran tantos inocentes?”

-”no puedo ocultarte mi rebeldía y desesperación ante el mal que tú no impides. ¿Hasta qué punto puedo confiar en tu providencia y amor de padre?”

“te manifiestas como amigo pero permaneces en silencio, no te haces presente cuando te necesito”;

-”lo puedes todo y nos haría felices verte en esta vida: ¿cómo es que permaneces oculto y silencioso?”



El mundo, aunque lo tenga todo, vive triste en la posmodernidad

El joven sintió tristeza al contemplar su situación de miseria y abandono. El mundo posmoderno, máximo rechazo de Dios, aunque lo tenga todo, está triste.


¿Cuál es su actitud ante la vida? El postmoderno desconfía de todo discurso político, sea de derechas o de izquierdas con una máxima pesimista: «No hay nada que hacer, por tanto, no hagamos nada».Una de las conclusiones más dramáticas radica en que el postmoderno no encuentra sentido a la vida. De aquí que acepte con facilidad la droga y el suicidio. Observa González Carvajal cómo la droga es otro de los fenómenos típicos de la posmodernidad por su finalidad interna liberadora sin importarle el ambiente exterior. El hombre actual quiere pasarlo bien y, con fondo triste, consumir emociones. Así lo refleja la canción: «Vivo en el número siete, calle Melancolía, quiero mudarme hace años al barrio de la alegría. Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía. Y en la escalera me siento, a silbar mi melodía» (Ideas y creencias del hombre actual, 182). El mundo de la era posmoderna no ha encontrado el camino de la felicidad: en España: de los tres mil suicidios que se producen cada año, entre un 30 y un 35 por ciento son de adolescentes. No encontraron el sentido de la vida ni la felicidad. Se trata de una juventud que no celebra.


El hijo pródigo regresó a la casa de su padre: ¿regresará el mundo a Dios? ¿Se dará un retorno religioso? ¿Y cómo será el regreso y encuentro con Dios? Las respuestas en el próximo artículo.


Urbano Sánchez García,
sacerdote desde 1959. Formador en centros de su institución, la Hermandad de sacerdotes operarios diocesanos, ha ejercido como educador de seminaristas tanto en América durante 21 años (en Perú, Venezuela y México) como en el Colegio Español de Roma, en Toledo, Zaragoza, Almería y Murcia.
Doctor en Teología moral, impartió clases de Espiritualidad y de Teología moral durante 37 años en varios centros: Universidad Pontificia de México, Facultad de Teología de Lima, en los seminarios de Arequipa, Caracas, Toledo, México DF y Almería. Y como escritor, ha publicado unas 15 obras: La opción del cristiano (3v. 1984-1986). La moral conflictiva (1991), Antiguos y modernos principios en Teología moral (1993). Las relaciones hombre-Dios en el tercer milenio (2002). Familia humana y cristiana (2005). Qué haremos en el cielo (2006). También La crisis sacerdotal según la Gaudium et Spes (1977). Ante los desafíos del tercer milenio (1999), Guía para novios y casados (1980), Guía para una familia feliz (1981) y Nueva guía para novios y casados (2004) .

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