Thursday, November 27, 2008

Reencuentro

Después de varios meses de ausencia, de reflexión y de interiorización, de pensar y repensar en las motivaciones para seguir escribiendo ideas, pensamientos o vivencias, llego a la conclusión que merece la pena que una monja desde el retiro del convento, siga comunicando desde la sencillez esas cosas simples que configuran una vida consagrada dedicada a la oración, al trabajo, a la comunidad, etc…


Ayer leí una frase que decía: “No damos lo que decimos, sino lo que vivimos”. Gran responsabilidad es esa de dar lo que vivimos. El dar no siempre es fácil, damos lo que no “duele”, nos desprendemos de las cosas materiales (máxime si lo que damos lo tenemos en abundancia), pero el dar nuestro tiempo, nuestro saber, nuestras habilidades, en definitiva nuestro ser y a tiempo completo ¡eso es otra cosa! ¡Dar lo que vivimos! Eso debería reflejarse sin esfuerzo alguno, sin ni siquiera proponérnoslo. Todo un reto a conseguir.


Durante mi “retiro” he tenido la oportunidad de ver desde otra perspectiva la cantidad de noticias e imágenes que llegan a través de los medios de comunicación, y he de confesar no sin cierta tristeza que no siempre han sido constructivas o enriquecedoras. Yo me pregunto: ¿por qué nos cuesta tanto aceptar a opinión o la postura del otro, de la otra? ¿por qué siempre andamos descalificando a los demás? Vuelvo a confesar que he estado un largo periodo de tiempo sin querer saber nada por negarme a asumir la negatividad, no tanto de las noticias como de los comentarios posteriores. Me dirán que el mundo es así, pero quiero negarme a aceptar esta conflictividad creada por nosotro/as mismo/as. El mundo lo “hacemos” lo/as que habitamos en él, y en nosotro/as está el cambiarlo.


Nuestras palabras nos traicionan, y transparentamos sin darnos cuenta actitudes que nos gustarían quedaran ocultas en el anonimato, por eso el riesgo de quien escribe es grande. Estamos expuesto/as a comentarios desfavorables, a posiciones encontradas, a que nos juzguen desde posturas opuestas a nuestras ideas etc., pero aún así he llegado a la conclusión que merece la pena seguir comunicando a pesar de… Si vivimos lo que somos sentiremos la alegría de comunicarlo. Es verdaderamente un gozo poder hablar de Dios a los hombres y mujeres que se nos acercan, nos escuchan, o nos leen. Si consideramos que el mundo es NUESTRO, debemos comunicarle lo que creemos es importante, porque la sociedad necesita y tiene sed de un mundo mejor.


También es cierto que durante este tiempo no he estado totalmente desconectada con lo que pasa fuera de los muros del convento; los medios de comunicación me han acercado al mundo real. Estar al día de lo que pasa a nuestro alrededor es esencial para llevarlo a la oración y hacer de ésta una oración encarnada en la realidad. Pero pienso que tender puentes en el interior de la Iglesia es importante y necesario, y que todo/as deberíamos poner manos a la obra.


Finalmente deseo en este primer post -después del paréntesis de ausencia-, adherirme a Sor Lucia Caram, y todo/as los que opinan que la Iglesia debe ser una iglesia en comunión, donde la comunión se de en la caridad.


Máriam Mudarra
Soy católica y además monja, y para más detalles "contemplativa", es decir, de las que "no salen a la calle", o salen lo mínimo para hacer las gestiones necesarias que cualquier ciudadano necesita hacer en la vida social.

Del blog "Vivir contemplativamente, una forma distinta de afrontar la vida"

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