Sunday, November 30, 2008

La homilía de Betania: “¿ES QUE NO HAY NADIE EN CASA?”

Por José María Maruri, SJ


1.- Una pobre ama de casa, crispada y atareada con el cuidado de siete ardillas que Dios le ha dado por hijos, un día comenzó a dudar del cariño de su marido, aperreado él también , tratando de sacar adelante a esos siete cachorros vivarachos, ausente de casa por ello muchas veces.

Y la mujer contaba que en día su duda se desvaneció. Los niños estaban de vuelta del colegio en una batalla campal de gritos, saltando por los sillones, televisor a tope y, sobre todo ese griterío.

Oyó desde la cocina la voz del marido que preguntaba mientras se quitaba los niños de encima:

--¿Es que no hay nadie en casa?

Entre toda esa barahúnda el buen marido echaba de menos a la única importante para él, su mujer. Sin ella no había nadie en casa.



2.- El Señor, cuando regresa de sus ausencias. No encuentra a nadie si no estoy yo.

--porque el Señor no suele estar en casa en la parábola de hoy dice “que se fue de viaje”

--también en la de los talentos dice que se fue de viaje

--ausente de casa estaba el novio al que esperaban las diez doncellas con las lámparas

--y si el Hijo del Hombre viene a separar las ovejas de las cabras, si viene es porque está fuera.

--y cuando no de dice que está fuera se dice que tiene un administrador, como aquel que pagó lo mismo al que trabajó doce horas que lo hizo una hora. O como el otro que engañaba a su Señor.


Da la impresión que al Señor le gusta poco inmiscuirse en nuestros asuntos: se va de viaje y lo deja todo en nuestras manos. Y esa es la sensación que todos tenemos, que el Señor esta ausente, que le importamos poco, como sentía aquella ama de casa. Y en realidad somos el centro de su preocupación. Su corazón no piensa más que en nosotros. Cuando regresa de viaje va a decir como aquel marido: “¿Es que no hay nadie en casa?” ¿No estás tú?



3.- Nosotros, todos, acusamos al Señor que de va de viaje cuando más lo necesitamos, que se lava las manos, que nos deja en la estacada, porque quisiéramos que siempre, y en cada momento, sacara las castaña del fuego, como quien dice.


Y Él, hace tiempo que contestó a nuestra queja cuando no dejó dicho: “estaré con vosotros todos los días hasta el fin de los tiempos”. Pero Él no puede ponerse el mandil y tomar la escoba para barrer nuestro mundo, porque ese es nuestro trabajo. Él no puede estar metido en todo, porque no nos hizo robots, sino seres libres y responsables


Por eso puso en nuestras manos el universo para que lo desarrollemos y vivamos de él, no para que lo destruyamos, para que gocemos descubriendo sus misterios que Dios ha puesto en él como sorpresa del roscón de reyes.


Nos ha hecho administradores de la Fe que lleva al Reino, para que comuniquemos a los que nos rodean. Y a nosotros, y a ellos, se nos pedirán cuentas como a administradores.



4.- Cuando miramos a nuestro alrededor y nos damos cuenta de que el Señor está ausente, que está de viaje, esa voz que nos busca a cada uno con cariño, como la del marido de la historia: “¿Es qué no hay nadie en casa?”, porque aunque el Señor cada uno de nosotros es único, si no me encuentra a mi, los demás no son nadie. Velad para que a la vuelta de su viaje el Señor nos encuentre a cada uno en casa.

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