¡Qué paciencia, Señor, sobre
Tu mundo,
que nosotros tratamos,
mal-tratamos,
como si fuera nuestro,
del primero que llegue, el más astuto,
o el más ladino,
o de aquel o de aquella,
a quien no duele
pisar a los demás, como se pisa
la uva en el lagar, o una hormiga,
o un escarabajo
.Sigue vuelto, Señor
con tu sol y tu lluvia
para todos, para buenos y malos,
pacientes y violentos,
víctimas y verdugos,
lloviendo y calentando
esta tierra que somos.
Sigue haciendo germinar en todos
la semilla que eres
¡Que la hagamos crecer,
sin desmayarnos,
entre tanta cizaña!
Y que dé de comer a mucha gente
pan tuyo y pan nuestro
el que de Ti hemos aprendido
a sermultiplicándonos.
(de “Conversión”, Ignacio Iglesias, sj)
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