El texto evangélico de hoy es uno de los más bellos de todo el relato evangélico. El texto de San Marcos, por su brevedad, le hace más fuerte, mas redondo. Sentado a la vera del camino, en la cuneta, el ciego ya no espera nada. O, el menos, no mucho. Pero oye que llega Jesús y su ánimo –y su ánima—se despierta y pide estar junto al Señor, quien no defrauda nunca. Le devuelve la vista… y la vida. Todos estamos ciegos, mucho o poco. Y todos necesitamos que Jesús de Nazaret nos devuelva la vista. Si creemos que vemos y Jesús no está a nuestro lado es que, en realidad, somos los más ciegos del mundo. Jesús es la luz.
Betania
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