En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: "Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco. Te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has reconocido el tiempo ni la visita de tu Dios".
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy
Las oportunidades perdidas - sobre ellas lloraba Jesús desconsoladamente. No era porque Jerusalem había hecho algo atroz; sino porque la ciudad no se había dado cuenta qué era lo mejor para ella, y había ignorado el mensaje de paz y esperanza que podría haber escuchado. No lamentamos más la plenitud de la vida que podríamos haber tenido, que las faltas y caídas que nos perdieron en algunas circunstancias?
Roguemos para que la oración sea un momento de plenitud - el corazón abierto a la plenitud de Dios.
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