Sunday, November 01, 2009

La homilía de Betania: LOS SANTOS QUE SIENTAN A NUESTRO LADO

Por José María Maruri, SJ


1.- Una multitud que nadie podría contar, imaginaos una muchedumbre sin sensación de ahogo, ni apelmazamiento, donde no se ven puños en alto, amenazadores; ni se dan gritos de odio y amenaza, donde no hay slogans vindicativos.


Una multitud –y se mire donde se mire—donde en cada rostro está lleno de paz, de bondad con todos, de alegría nacida del corazón… Es la primera enseñanza del día de Todos los Santos, que los que ya están en la patria son muchos, muchísimos, tantos que nadie puede contar.



2.- Mirad bien esos rostros porque entre ellos están tantos y tantos que han vivido a nuestro lado, esa persona que iba deprisa a su trabajo, el que compraba el periódico todas las mañanas, el que esperaba el autobús, la madre que empujaba el cochecito de su niño.

--hombres y mujeres que han sabido vivir contentos con lo poco que tenían y han sabido compartir.

--hombres y mujeres llenos de problemas que han sabido llevar con alegría, y que teniendo la necesidad de ser consolador han sabido consolar.

--hombres y mujeres incapaces de mentira y dolo, que por verdaderos, auténticos, no han medrado en el mundo, pero se han ganado el cariño de todos.

--hombres y mujeres de mirada limpia, de cuyos labios siempre ha salido una disculpa para los pecados de los demás.

--hombres y mujeres junto a los que siempre nos hemos sentido llenos de paz.

--hombres y mujeres que han sido el centro de nuestras familias a las que han unido en paz y en amor.


Son los 144.000 que viviendo nuestra vida han cumplido las bienaventuranzas del Señor.



3.- Mientras vivieron entre nosotros no nos dimos cuenta del misterio que se desarrollaba dentro de ellos, porque como decía San Juan todavía no se había manifestado lo que eran
Los defectos propios de los humanos, las limitaciones, las fealdades corporales y tantas otras cosas cegaban nuestro ojos y no nos dejaban ver que cada uno de ellos era verdaderamente hijo y muy querido de Dios. Y Dios iban transformando su corazón con su amor y cariño hasta hacerlo imagen y semejanza perfecta suya. Ahora que ven a Dios cara a cara, que la luz del rostro de Dios les ilumina se ven lo que ya eran: hijos de Dios


Intentemos mirar a nuestro alrededor con ojos de Fe y sintamos amor y respeto por todo aquel que se sienta a mi lado porque es también ya hijo de Dios.

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