Étienne Fouilloux, historiador del cristianismo en Le Monde
"Benedicto XVI difícilmente podría sustraerse a la presión del 'santo subito'"
El prestigioso historiador francés del cristianismo Etienne Fouilloux explica las razones de fondo que explican la rápida elevación a los altares de Juan Pablo II. A su juicio, se trata de una simple "autojustificación del papado".
Asegura que "estos procesos sirven para reforzar la institución, para demostrar que está resistiendo a pesar de las críticas y que está dirigida por personalidades excepcionales. Eso sí, con el riesgo de instaurar el culto a la persoanlidad". Lo entrevista Stephanie Le Bars en Le Monde.
¿Por qué beatifica a sus Papas la Iglesia católica?
Que la Iglesia exalte a casi todos los que la han dirigido desde hace ciento cincuenta años constituye, a mi juicio, una forma de autojustificación del papado. De hecho, estos procesos sirven para reforzar la institución, para demostrar que está resistiendo a pesar de las críticas, y que los hombres que la dirige son personaliades excepcionales. Eso sí, con el riesgo de instaurar el culto a la personalidad.
¿Desde cuándo se viene poniendo en práctica esta política?
Es un fenómeno propio del siglo XX. Hasta entonces, el último Papa beatificado fue, en el siglo XVII, Pío V, el papa de la Contrarreforma. Desde entonces y de entre los diez últimos Papas, sólo tres, León XIII, Benedicto XV y Pío XI, han quedado fuera de esta carrera hacia la glorificación.
Papas glorificados de todas las corrientes...
Papas glorificados de todas las corrientes...
Las beatificaciones del año 200, que unian la intransigencia de Pío X y el modernismo encarnado por Juan XXIII, padre del Vaticano II, demuestran su clara dimensión política. Pretenden mantener el equilibrio y confirmar la hipótesis de la continuidad del papado, independientemente de quien lo encarne. La Iglesia asegura que se beatifica a una persona y no su política, pero la distincion es difícil de establecer en el caso de un Papa. Los grupos de presión que promueven una causa de beatificación u otra están apostando por una concepción de Iglesia.
¿Necesitaba Juan Pablo II esta beatificación, dada su popularidad y su impacto excepcional en la Iglesia?
Desde su muerte, se desencadenó, de una forma más o menos espontanea, la petición del 'santo subto'. Benedicto XVI difícilmente podría sustraerse a esta presión. Creo que su proyecto era elevar a los altares a Juan Pablo II y a Pío XII al mismo tiempo. Pero los problemas relacionados con la personalidad de Pío XII, especialmente sus 'silencios' durante el Holocausto, retrasaron su causa. Juan Pablo II gozaba ya de un aura especial. Ya era un mito, a pesar de algunas de sus controvertidas decisiones, como su apoyo el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, reconocido culpable de pederastia.
RD
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