El éxito se debe al cura Koldo Montoya
«La palabra está muy desgastada, hay que usar otros medios»
La estampida de las iglesias por parte de los creyentes -sólo el 15% de ellos acude a los oficios religiosos, según el Centro de Investigaciones Sociológicas- es un hecho constatable también en la mayoría de los templos de Álava. Sin embargo, una parroquia muy joven inaugurada hace apenas cuatro meses ha encontrado la fórmula para que sus 400 asientos se llenen sin problemas cada domingo. El éxito se debe en gran parte al espíritu renovador del párroco, Koldo Montoya, que ha sabido atraer a las nuevas generaciones que construyen uno de los barrios de la Vitoria del futuro. Lo cuenta Francisco Góngora en El Correo.
Aunque tiene la apariencia de un recinto cerrado por vallas, Santa Clara, nombre tomado en homenaje a la comunidad de las clarisas de Badaya, es un templo muy abierto y luminoso, donde siempre se puede encontrar a alguien.
Poco antes del comienzo de la misa de 12, el sacerdote se reúne con los padres que tienen hijos que acuden a la catequesis. Llama la atención el alto número de asistentes. Luego se dirige a la iglesia para ultimar los preparativos y entrega un pentdrive a Íñigo, el encargado de poner a punto el sistema de vídeo y audio, algo fundamental en la nueva forma de comunicarse con los feligreses.
¿Iglesia aburrida?
La sacristía es en realidad «la cocina», según confiesa el cura. Aquí puede pasar de todo. Desde el lugar de trabajo habitual donde prepara sermones, se coloca la casulla, guarda las formas y el vino, hasta el sitio donde ensaya el coro porque «hay que ahorrar en calefacción». Huele a pintura fresca porque hay pinceles y botes por medio. Un panel a medio terminar tiene el siguiente mensaje: 'Esta es nuestra comunidad, siéntela'.
Las frases que interpelan y que van directas al corazón se repiten constantemente. '¿Estás cansado de esta iglesia tan aburrida?'; 'Las cosas claras en Santa Clara'. No son sólo suyas. Hay un equipo de coordinación, un consejo parroquial formado por hombres y mujeres jóvenes de entre 30 y 40 años que aportan ideas y tiempo. La participación de los seglares es una de las claves del éxito. «Tenemos un grupo de teatro que escenifica el evangelio y otro de solidaridad que en esta Navidad ha entregado juguetes a 18 familias del barrio que lo están pasando mal y, además, hemos enviado otras 15 cajas a Haití», cuenta Koldo.
Los toques de campana que avisan de la eucaristía suenan tras pulsar un botón. «Hemos renunciado a marcar las horas porque había gente en el barrio que se quejaba. No estamos aquí para molestar a nadie, sino para ayudar», justifica.
Koldo, de 51 años, natural de Rivabellosa, se autodefine como un hombre de fe en Jesús. «La tengo en abundancia», dice. Ha estado muchos años en La Esperanza donde ya se conocían sus métodos litúrgicos.
Medios audiovisuales
«La palabra está muy desgastada. Creo que hay que utilizar los medios audiovisuales porque es el lenguaje que llega más rápido a la gente joven y a los niños. Y les permite participar y entender lo que significa la misa y la liturgia. La fe no es algo dogmático, encasillado ni sectario», expone Montoya minutos antes de comenzar la misa.
Micrófono en mano, delante del altar, el acto comienza con un saludo poco canónico: «Hola, ¿qué tal estáis?». Es el principio de una eucaristía diferente, divertida, en la que caben los gestos, las canciones, los vídeos. La participación de los niños llama poderosamente la atención y Koldo les prepara momentos protagonizados por ellos.
«Los niños tiran de los padres y los abuelos, y esto se llena. Este párroco sabe involucrar, delega en la gente y ha convertido a Santa Clara en un referente del barrio porque está completamente abierto a todos», asegura Íñigo Astudillo, del equipo de coordinación.
Olga González es la solista del grupo de música. «Conocía a Koldo del movimiento scout. El lenguaje que utiliza es tan cercano y directo que enseguida llega a los chicos. Estoy muy contenta de poder colaborar en la dinamización de la misa de familia».
«Creo que esta forma de hacer la misa es brillante. En cualquier liturgia los niños pequeños molestan porque no paran quietos y los padres no saben qué hacer aparte de disculparse y salir fuera. Aquí no. Están muy atentos a todo lo que ocurre porque puede surgir la sorpresa. Y si se mueven, no pasa nada», confiesa Vicky López de Juan Abad, de 36 años que va con sus hijos Elena, de 5 años, y Daniel, de 2. Koldo fue, además, el cura que le casó y se identifica con su manera de poner en práctica los valores religiosos. «Viene gente de otros barrios», reconoce.
«Nos gusta mucho. Son los niños lo que nos recuerdan que llega el domingo y que hay que ir a misa», señala Annieta Azangue, siete años en España, originaria de Camerún y residente en Zabalgana. «Se parece a las de mi país que duran hasta dos horas y son más animadas que las de aquí», comenta su compañera Julienne Thsengay.
Para los adultos, Koldo prepara la misa de una. Hay canciones, pero la liturgia es más tradicional. La iglesia se vuelve a llenar. Tiene un ordenador en el altar como los presentadores de los telediarios. Habla de la física cuántica, de la búsqueda de la felicidad. En la hoja dominical hay poemas de Vicente Aleixandre y cuentos que hacen pensar. Koldo Montoya se define como un comunicador, depositario de un mensaje con dos mil años de antigüedad que él ha sabido renovar.
¿Tenemos una iglesia aburrida?
¿qué opinan Uds. de de lo que sucede en sus Parroquias?
¿Qué debe tener uan Eucaristía para que vayamos a ella y participemos?
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