Este año se celebra el centenario del nacimiento de don Joaquín García Granda
JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ CRONISTA DE COLUNGA «¡Llámame Joaquín o, si quieres, padre Granda; pero no me digas don Joaquín, porque tú sabes que soy «el hermano de María Dolores» que, ¿recuerdas?, te quería mucho».
Ésa era la respuesta que, un día sí u otro también, daba el P. Granda a mi saludo en sus visitas frecuentes al P. Patac, en el Colegio de la Inmaculada de Gijón. Mi saludo era, también, siempre el mismo: ¡hombre, don Joaquín!, ¿qué hacen los de mi pueblo en esta casa?
Como pueden suponer, saludo y respuesta tenían siempre un final repetitivo: el abrazo de dos grandes amigos.
Conocí al P. Granda, allá en la década de los cincuenta, cuando fue destinado a la Fundación Revillagigedo. Yo estudiaba en el Colegio de la Inmaculada y él frecuentaba sus visitas al colegio pues era amigo de los jesuitas que allí ejercían su docencia. María Dolores, su hermana, me había hablado de él y a él le habló de mi; de este modo nos conocimos y forjamos una amistad «colungués-colungués» más allá de la clásica profesor-alumno y, después, profesor-profesor.
Don Joaquín -perdonen, yo no sé decir padre Granda- era un colungués visceral. Sus padres tenían negocio de vinos en la villa; él estudió en Colunga durante sus primeros años; su hermana María Dolores fue mujer de entrega ejemplar a la parroquia y a sus vecinos.
Ella y otras mujeres procesionaron a la Virgen de Loreto (en estampa disimulada en un cesto) por el Castañar de Espina cuando, en tiempos de la República, se prohibieron las procesiones. Y ella, hasta que la enfermedad se lo impidió, fue cofrade y asidua romera en las colunguesas fiestas lauretanas.
Don Joaquín G. Granda, como su hermana, como sus padres, fue cofrade de Loreto desde su nacimiento (véase el Libro de Cofradía, año de 1927) un 27 de noviembre de 1912. Fue bautizado en Colunga y en Colunga inició su vida escolar, en el colegio de las Dominicas (El Carril, Colunga) y después en el colegio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana (Loreto, Colunga). En 1928 ingresó, llamado por su vocación religiosa, en la Compañía de Jesús.
Tras la expulsión de la Compañía en todo el territorio español y el duro período de la guerra civil, el P. Granda retorna a España y es ordenado sacerdote en Comillas el 30 de julio de 1944.
Un ideal ocupa, desde entonces, la vida y el pensamiento del jesuita colungués: su dedicación a los trabajadores (antes se decía «los obreros») y a los problemas laborables, sociales, humanos, económicos... que conlleva la vida del trabajo. Ese ideal se hizo realidad con la fundación de la asociación Vanguardia Obrera, núcleo de unión de trabajadores influidos por un marcado sentido social católico, cuya vida de servicio a la colectividad fue de gran incidencia en Gijón hasta los inicios de este año de 2012.
Así lo definió uno de los entonces, jóvenes vanguardistas, Segundo Robles Martín: «El padre Granda entregó su vida a la clase trabajadora. Sus misivas eran: «reclama», «razona», «escucha», «sé responsable», «ten espíritu de superación». Otro vanguardista, Eutiquio García, lo definió en estos términos: «Fue un auténtico apóstol de la clase obrera; esta expresión es el compendio de su vida y el testimonio de su entrega a los demás».
Este año de 2012 marca el centenario del nacimiento del padre Granda. Y con tal motivo, no exento de una enorme admiración hacia la vida y obra del jesuita colungués, un vanguardista muy vinculado a la trayectoria social de la Vanguardia Obrera y, a la vez, a toda la vida religiosa gijonesa, especialmente a las cofradías que en la ciudad de Jovellanos tienen su sede, Estanislao de Kostka Lloréns Menéndez, acaba de publicar un libro sobre la biografía de este sacerdote.
Libro ya presentado en Gijón con una sorprendente presencia de público que, prácticamente, agotó los ejemplares editados.
Pasado mañana, día 25, por iniciativa del autor y de este cronista, se hará una presentación del libro en Colunga. Es un libro editado sin ánimo de lucro; se ofrece al precio de ¡cinco euros! y la escasa ganancia que puede generar el autor la destina a beneficio de la Institución Manos Unidas. Desde estas líneas, como colungués y Cronista Oficial del Concejo de Colunga, invito a todos los colungueses, y en especial a los cofrades de la Virgen de Loreto, a que testimonien su gratitud y afecto a un jesuita colungués que, por encima de todo, fue una buena persona y un ejemplo a seguir.
En una palabra: Colunga se honra de haber sido cuna del padre Granda, don Joaquín, «el hermano de María Dolores».
Ésa era la respuesta que, un día sí u otro también, daba el P. Granda a mi saludo en sus visitas frecuentes al P. Patac, en el Colegio de la Inmaculada de Gijón. Mi saludo era, también, siempre el mismo: ¡hombre, don Joaquín!, ¿qué hacen los de mi pueblo en esta casa?
Como pueden suponer, saludo y respuesta tenían siempre un final repetitivo: el abrazo de dos grandes amigos.
Conocí al P. Granda, allá en la década de los cincuenta, cuando fue destinado a la Fundación Revillagigedo. Yo estudiaba en el Colegio de la Inmaculada y él frecuentaba sus visitas al colegio pues era amigo de los jesuitas que allí ejercían su docencia. María Dolores, su hermana, me había hablado de él y a él le habló de mi; de este modo nos conocimos y forjamos una amistad «colungués-colungués» más allá de la clásica profesor-alumno y, después, profesor-profesor.
Don Joaquín -perdonen, yo no sé decir padre Granda- era un colungués visceral. Sus padres tenían negocio de vinos en la villa; él estudió en Colunga durante sus primeros años; su hermana María Dolores fue mujer de entrega ejemplar a la parroquia y a sus vecinos.
Ella y otras mujeres procesionaron a la Virgen de Loreto (en estampa disimulada en un cesto) por el Castañar de Espina cuando, en tiempos de la República, se prohibieron las procesiones. Y ella, hasta que la enfermedad se lo impidió, fue cofrade y asidua romera en las colunguesas fiestas lauretanas.
Don Joaquín G. Granda, como su hermana, como sus padres, fue cofrade de Loreto desde su nacimiento (véase el Libro de Cofradía, año de 1927) un 27 de noviembre de 1912. Fue bautizado en Colunga y en Colunga inició su vida escolar, en el colegio de las Dominicas (El Carril, Colunga) y después en el colegio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana (Loreto, Colunga). En 1928 ingresó, llamado por su vocación religiosa, en la Compañía de Jesús.
Tras la expulsión de la Compañía en todo el territorio español y el duro período de la guerra civil, el P. Granda retorna a España y es ordenado sacerdote en Comillas el 30 de julio de 1944.
Un ideal ocupa, desde entonces, la vida y el pensamiento del jesuita colungués: su dedicación a los trabajadores (antes se decía «los obreros») y a los problemas laborables, sociales, humanos, económicos... que conlleva la vida del trabajo. Ese ideal se hizo realidad con la fundación de la asociación Vanguardia Obrera, núcleo de unión de trabajadores influidos por un marcado sentido social católico, cuya vida de servicio a la colectividad fue de gran incidencia en Gijón hasta los inicios de este año de 2012.
Así lo definió uno de los entonces, jóvenes vanguardistas, Segundo Robles Martín: «El padre Granda entregó su vida a la clase trabajadora. Sus misivas eran: «reclama», «razona», «escucha», «sé responsable», «ten espíritu de superación». Otro vanguardista, Eutiquio García, lo definió en estos términos: «Fue un auténtico apóstol de la clase obrera; esta expresión es el compendio de su vida y el testimonio de su entrega a los demás».
Este año de 2012 marca el centenario del nacimiento del padre Granda. Y con tal motivo, no exento de una enorme admiración hacia la vida y obra del jesuita colungués, un vanguardista muy vinculado a la trayectoria social de la Vanguardia Obrera y, a la vez, a toda la vida religiosa gijonesa, especialmente a las cofradías que en la ciudad de Jovellanos tienen su sede, Estanislao de Kostka Lloréns Menéndez, acaba de publicar un libro sobre la biografía de este sacerdote.
Libro ya presentado en Gijón con una sorprendente presencia de público que, prácticamente, agotó los ejemplares editados.
Pasado mañana, día 25, por iniciativa del autor y de este cronista, se hará una presentación del libro en Colunga. Es un libro editado sin ánimo de lucro; se ofrece al precio de ¡cinco euros! y la escasa ganancia que puede generar el autor la destina a beneficio de la Institución Manos Unidas. Desde estas líneas, como colungués y Cronista Oficial del Concejo de Colunga, invito a todos los colungueses, y en especial a los cofrades de la Virgen de Loreto, a que testimonien su gratitud y afecto a un jesuita colungués que, por encima de todo, fue una buena persona y un ejemplo a seguir.
En una palabra: Colunga se honra de haber sido cuna del padre Granda, don Joaquín, «el hermano de María Dolores».
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