«El objetivo es hacer limpieza, documentos que pasan de mano en mano»
ANDREA TORNIELLICIUDAD DEL VATICANO
A cuatro días del arresto del ayudante de cámara Paolo Gabriele, en cuya vivienda se encontraron documentos reservados del Vaticano, en medio del clima de venenos y sospechas que se respira, los “cuervos” vuelven a dar señales de vida.
«Soy uno de ellos», dice una persona que trabaja en el Vaticano y que pide el anonimato absoluto. No quiere que mencione nada sobre su edad, ni sobre el ente en el que trabaja, ni sobre su nacionalidad, ni sobre su estado. Por su forma de hablar, parece uno que se mueve muy bien en el ambiente del Vaticano y que lo conoce profundamente. «Somos muchos, y a muchos niveles –susurra– y hemos decidido actuar para ayudar al Papa». El mismo motivo que la fuente “María” habría confiado al periodista italiano Gianluigi Nuzzi, y que aparece impreso en las páginas de “Su Santidad. Las cartas secretas de Benedicto XVI”. La objeción es un poco evidente: ¿cómo es posible ayudar al Papa haciendo que el Vaticano parezca un colador y desacreditando toda la institución, que se presenta como el escenario de luchas a muerte? El presunto “cuervo” no responde, convencido de que los “vatileaks” son casi una necesidad. El objetivo declarado es la sustitución del cardenal Tarcisio Bertone, el Secretario de Estado, que Benedicto XVI eligió a pocos meses de haber comenzado su Pontificado y que fue nombrado en junio de 2006 y tomó posesión en septiembre del mismo año.
«Todo comenzó el verano pasado –continúa el “cuervo” –, cuando el secretario general del Gobernatorado, mons. Carlo Maria Viganò, peridó su batalla en contra de la corrupción». El caso es conocido: el prelado lombardo pretendía establecer una política para sanar las cuentas y para racionalizar los gastos, misma que compartía su superior directo, el cardenal Lajolo. El Papa decidió alejarle y le nombraron Nuncio apostólico en Washington. «Fue entonces que entendimos que el Papa no habría logrado imponerse a Bertone y decidimos actuar. Las cartas que mandó Viganò a Benedicto XVI al Secretario de Estado son las primeras que hicimos que salieran…».
«Lo repito, somos muchos, incluso muy arriba, nos pasamos documentos de mano en mano. Queremos ayudar al Papa a hacer limpieza. Después de Viganò vino el caso del Ior, y la capitulación de Gotti Tedeschi, un hombre de Bertone que se equivocó al moverse autónomamente y al rebasar al Secretario de Estado para llegar directamente al Papa».
No dejamos pasar la oportunidad para preguntar sobre el “mayordomo” Paolo Gabriele, que se encuentra en estado de arresto. ¿Cómo entró a formar parte de esta red? «No tiene que ver». ¿Perdone? ¿Y cómo se explican los documentos que se encontraron en su poder? «Él no robó documentos, fue involucrado para hacer que llegaran documentos al Papa». La denuncia de los “hechos graves” que el “mayordomo” habría comunicado al Pontífice en secreto es una historia que han contado algunos amigos cercanos a Gabriele. ¿Y si estas declaraciones del presunto “cuervo” fueran solo un intento para defender a “Paoletto” de las acusaciones que pesan en su contra? ¿Un modo para tratar de redimensionar sus responsabilidades y descargar la culpa sobre una red más amplia? «No es así, y se demostrará, la historia no ha terminado todavía...».
Son muchos (y no solo los verdaderos o presuntos “cuervos”) los que piensan en el Vaticano que el caso de los vatileaks no ha terminado y que el “mayordomo” no estaba solo. Lo que se puede deducir de la historia que cuenta nuestro interlocutor es que existe un verdadero movimiento subterráneo, que viende desde abajo, pero que involucra a personas que están muy cerca de algunos obispos y cardenales, todos con la intención de ayudar al Papa. Aunque el resultado de la batalla será que se hará más débil.
Vatican Insider
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