Juan Pedro Cubero y Nacho González, sacerdotes "Por un Mundo Mejor"
"Hay que aplicar a la Iglesia las parábolas
del Reino, y trabajar por la Iglesia como
si fuera el Reino"
(Jesús Bastante).- Juan Pedro Cubero y Nacho González son dos sacerdotes curtidos en mil batallas pastorales. Uno de Segovia y el otro de Valencia. Les vincula una misma vocación, toda una vida entregada a los demás y su pertenencia al movimiento "Mundo mejor" fundado por el padre Lombardi.
¿Cómo nació el movimiento?
Nació en respuesta a Pío XII, que habló de un mundo mejor, y dijo que era necesario reconstruir el mundo desde sus cimientos. El padre Lombardi respondió con este carisma o servicio.
¿Cómo se lucha por un mundo mejor?
La idea fundacional es renovar la Iglesia para servir mejor al mundo. La Iglesia no debe estar encerrada en sí misma, sino abrirse y contribuir a mejorar el mundo. El referente no es ella misma, sino el mundo.
Sí, hay cierta resistencia por parte de ciertos grupos y cierta jerarquía, y eso es una dificultad.
¿Quién compone el movimiento? ¿Podría decirse que es una especie de ejercicio de ecumenismo eclesial?
Eso es. Consiste en vivir la experiencia inter-vocacional, interreligiosa, intercultural, que antes era un escándalo.
Conviene resaltar que la clave es la renovación comunitaria, que exige la personal, por supuesto. Es la espiritualidad del Reino de Dios: abrir la Iglesia al Reino conscientes de que son dos realidades separadas pero indistintas. Aplicar a la Iglesia las parábolas del Reino, y trabajar por la Iglesia como si fuera el Reino.
Actualmente somos 29 grupos dentro del movimiento. El más numeroso es el coreano. Nos servimos mucho de los pequeños proyectos de diócesis.
Conviene resaltar que la clave es la renovación comunitaria, que exige la personal, por supuesto. Es la espiritualidad del Reino de Dios: abrir la Iglesia al Reino conscientes de que son dos realidades separadas pero indistintas. Aplicar a la Iglesia las parábolas del Reino, y trabajar por la Iglesia como si fuera el Reino.
Actualmente somos 29 grupos dentro del movimiento. El más numeroso es el coreano. Nos servimos mucho de los pequeños proyectos de diócesis.
Nacisteis años antes del arranque del Concilio Vaticano II. ¿Cómo influyó vuestra presencia en el Concilio, y cómo veis su evolución hasta nuestros días?
Es indudable la influencia que tuvo el Movimiento por un Mundo Mejor y en especial del Padre Lombardi, que habló con Pío XII de la necesidad de la convocatoria de un Concilio. El padre Lombardi tradujo todo su mensaje previo al Concilio en el libro "Para vivir en el Concilio", y después escribió "Por un post-concilio eficaz", cuando ya se estaba terminando el Concilio. El padre Lombardi quedó fuera del Concilio (como perito o como observador) por distintos motivos providenciales. Dios escribe derecho con renglones torcidos. Pero pudo influir mucho porque dio charlas y retiros sobre espiritualidad y Doctrina a más de 1.200 padres conciliares y obispos, durante las tres sesiones del Concilio.
50 años después, ¿de qué ha servido el Concilio?
¿Qué se echa en falta de aquello que se expresó?
El Espíritu habla de muchas formas, y ha soplado en la Iglesia de muchas maneras. No es propiedad de nadie.
Nosotros pensamos que la renovación en torno al Concilio exige un cambio de mentalidad en el modo de ver, de ser y de hacer. Es evidente que el Concilio trajo un cambio de actitud, llamó a la conversión. Se hicieron iniciativas de muchos tipos, planes de renovación conciliar... Ha habido un cambio de mentalidad indudable, pero de acción ya menos, porque es más difícil concretizarlo y hacerlo operativo. Pero hoy es sensibilidad común que ese proceso de renovación en la Iglesia no sólo se ha parado, sino que de alguna manera ha involucionado. Ciertamente, todo lo que el Concilio supuso como el gran acontecimiento del siglo XX queda como un desafío enorme. El de hacerlo vida en las estructuras de la Iglesia, a nivel comunitario, como Pueblo de Dios y misterio de comunión: sacramento de salvación para el mundo. Es ahí donde el grupo se situó y está todavía situado, tratando de seguir promoviendo esta renovación hoy, que supone contenidos y metas distintas.
Nosotros mismos vemos con los grupos de Sudamérica, de África o del Oriente que es muy difícil conjugar tantas sensibilidades. Tenemos visiones muy distintas. En el Vaticano II la visión subyacente es de la democracia cristiana. Si el Concilio lo hubieran hecho los de Sudamérica, hubiesen hecho otra cosa. Por eso creemos, más bien, que hay que renacer al Espíritu desde la base. Y esto en Europa nos cuesta.
¿Tenemos la concepción piramidal muy asumida?
Claro. Pero tenemos que volver, humildemente, al Evangelio y a la sencillez.
¿Nos tienen que re-evangelizar a los europeos?
Tenemos que reiniciarnos. A mí me gusta mucho una frase de Mario Benedetti que dice: Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas. Nosotros fuimos iniciados en una época en que la iniciación venía por osmosis. Por eso tenemos que hacer reiniciación desde dentro de nosotros. Si no, es como aquellos que van a bautizar al niño y se olvidan del niño. Es como una cadena: si pierdes el primer eslabón, pierdes toda la cadena.
Algunos titulares
El referente de la Iglesia no debe ser ella misma, sino su contribución al mundo
Hay que aplicar a la Iglesia las parábolas del Reino, y trabajar por la Iglesia como si fuera el Reino
El Espíritu habla de muchas formas, y ha soplado en la Iglesia de muchas maneras
La renovación en torno al Concilio exige un cambio de mentalidad en el modo de ver, de ser y de hacer de la Iglesia
En el Vaticano II la visión subyacente es de la democracia cristiana. Si el Concilio lo hubieran hecho los de Sudamérica, hubiesen hecho otra cosa.
Europa tiene que volver, humildemente, al Evangelio
Hoy es sensibilidad común que ese proceso de renovación en la Iglesia no sólo se ha parado, sino que de alguna manera ha involucionado
RD
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