Wednesday, May 23, 2012

Ladrones de tierras en África



Gobiernos y multinacionales se alían contra los campesinos

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO | En agosto de 2001, la vida de Peter Kayiira cambió para siempre. Ese día, él y otras 12.000 personas se encontraron con unidades del ejército ugandés desplegadas en sus tierras de cultivo en Mubende, una región rural del oeste país. “Sin previo aviso empezaron a disparar, a golpearnos y a destruir nuestras casas”.
Unos meses antes, el Gobierno había negociado la entrega de 2.500 hectáreas a la Neumann Kaffee Gruppe, una empresa cafetera alemana con sede en Hamburgo. En junio, el gobernador de su distrito les comunicó que tenían que irse, algo a lo que los campesinos se negaron: “Estábamos convencidos de que la ley estaba de nuestra parte e intentamos hacer valer nuestros derechos y resistir, pero no nos sirvió de nada”, explica Kayiira, maestro jubilado de 50 años que, desde hace diez, lidera una batalla legal que no ha conseguido resultados tangibles, y que acaba de visitar España para participar con su testimonio en la campaña “Paren, aquí vive gente”, de la ONG Veterinarios Sin Fronteras, que denuncia la responsabilidad de países de la Unión Europea al aliarse con gobiernos africanos en el acaparamiento de tierras en ese continente.
Según el Banco Mundial, solo durante 2011, 42 millones de hectáreas de tierras cultivables en el mundo fueron adquiridas por inversores, de las cuales más del 75% (32 millones de hectáreas) se encontraban en África subsahariana.
Involucrarse en una lucha de David contra Goliat que es lo que han hecho esos campesinos, requiere una motivación profunda. Kayiira, que desde muy joven destacó como líder comunitario, reconoce que “el hecho de haber sido afectado personalmente mueve a uno a trabajar con más ahínco”. Pero también piensa que, “si ante una injusticia, los que podemos hacer algo nos quedamos quietos, las cosas empeorarán”.
Por eso tampoco entiende, desde su fe católica, que la propia Iglesia de su país se desentienda de esta problemática. “Cuando recibimos el primer aviso de que nos querían robar nuestras tierras, en el 2001, la primera institución a la que acudimos para recabar apoyo fue la Diócesis de Kiyinda-Mityana, pero ni siquiera nos respondieron”.

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