Cuenta Cándida Andaluz en La Voz de Galicia que son las cuatro de la tarde José Ramón Villar Méndez se encuentra en la casa rectoral de Entrimo, a pocos metros de la magnífica iglesia de Santa María la Real. Allí se prepara un café mientras espera que llegue la hora del entierro. José Ramón tiene 36 años y desde hace cuatro es el cura de Entrimo y de cinco parroquias más de alrededor: San Lorenzo da Illa, San Fiz de Galez, San Facundo de A Pereira, Santo Tomás de Venceas y Santa María de Ouelas.
La sala de la vivienda está presidida por una camiseta roja y la fotografía de un equipo de fútbol. El párroco pertenece al conocido equipo de Los Chispas, formado por sacerdotes ourensanos. Por las mañanas da clases de religión en los institutos de As Lagunas en la capital ourensana y en el de Celanova, y por las tardes dedica el tiempo a sus parroquias. «Hai que organizarse», comenta, para después mostrar una lista de las que son sus actividades diarias: liturgias, catequesis, visitas a mayores y enfermos, clases de religión, colaboraciones con instituciones, etcétera.
Es la hora y de camino a la casa del difunto cuenta, de carrerilla: «Fago co coche arredor de 5.000 quilómetros ao mes, 60.000 ao ano, o que vén sendo 150 quilómetros diarios», relata para explicar que al ser maestro percibe únicamente ese sueldo, ya que el que le proporciona el Obispado pasa a formar parte de lo que denominan fondo de solidaridad entre sacerdotes, «en previsión de que nun futuro haxa que compartir un pouco máis. Non podo queixarme».
Directo y cercano
Saluda a los vecinos que se encuentra en el camino y después de dos horas (misa y entierro) regresa a la casa rectoral para seguir su misión en otra parroquia. «O rural representa a zona máis próxima para desenvolver a misión. É un privilexio o poder ter a oportunidade de contactar, relacionarse e poder compartir tempo coa xente da zona de forma tan directa e próxima». Mientras habla, recoge en una pequeña bolsa todo lo que necesitará para el próximo encuentro: vino (en una pequeña botella de plástico) y obleas. Sube al coche y tras pocos kilómetros aparca, saca del maletero la bolsa y se encara a una pequeña capilla. Allí un grupo de mujeres le esperan dentro. José Ramón saluda, casi una por una, y posa sobre el altar todo lo que necesita para celebrar la misa. Se cambia allí mismo. Frente a ellas. En un pequeño armario encuentra lo que necesita. «O ideal sería que a xente viñera á igrexa parroquial, pero entendo que hai xente que ve nas súas capelas algo especial e xente maior que non se pode desprazar. Sempre que se poida hai que ir a todos os sitios, pero no hai que mantelo como se fose unha caixa rexistradora». Son las ocho de la tarde. Aunque debe seguir la carretera de camino a la próxima parroquia, tiene que regresar a la casa rectoral. «Teño que coller algo máis de viño».
En la guantera del coche, José Ramón tiene un móvil, un micrófono, un pen drive y una medalla. Me enseña esta última. «Esta gañámola Los Chispas la semana pasada nun torneo en Portugal, contra os curas de Oporto. O deporte para min é algo moi importante, tres noites á semana fago 140 quilómetros para reunirme cun grupo de compañeiros que xogamos ao fútbol sala». En parte de la casa rectoral en la que reside ha habilitado un aula para impartir la catequesis. «É unha das actividades máis importantes dun cura no rural e no urbano. É a base da educación. Conto con dúas monxas que me axudan. Son pequenos grupos porque os nenos son poucos. A catequese organizámola como unha xornada de ocio, convivencia e xogo»
Mientras coge lo que necesita habla de la falta de vocaciones. «Vivímolo con preocupación. Os que estamos temos que abarcar máis cousas, non só máis parroquias, senón mais actividades. Tamén nos preocupa que cada vez menos persoas queiran dedicarse a esta misión». Desde la casa rectoral se divisa la iglesia y se ve poca gente por la calle. El cura también vive preocupado por el problema del despoblamiento. «Nós non podemos quedar na casa, temos que facer moitas cousas e estar ocupados. O despoboamento tamén nos afecta psicoloxicamente. A soidade é sen lugar a dúbidas o principal problema. Hai moitas persoas maiores que sofren en soidade, sobre todo no rural», relata. Su juventud no ha influido a la hora de relacionarse con los mayores. Villar Méndez resume en una palabra cuál es la forma de trabajo de los sacerdotes en el rural: Transculturación. «Hai que ser respectuoso, observador e aprender moito da xente. Non se trata de copiar todos os costumes senón de realizar tamén as propostas de evanxelización».
Son las ocho y media de la tarde y José Ramón Villar se dirige a su último destino del día. De camino asegura: «soy muy feliz».
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