O de como tres hermanos eficazmente cristianados se aventuraron por entre la maleza de los saberes.
Llegó el hermano mayor a la facultad buscando el conocimiento y,topándose con la hermosura trocada en ciencia, se propuso analizar a fondo la esencia más íntima de Dios.
Creyó descubrir que el ojo divino, enmarcado por un triángulo equilátero, padecía de una exacta y técnicamente mensurable hipermetropía. Sonrió satisfecho y, tras dar caza a su presa más anhelada, dio por terminada la tarea.
Llegó el segundo hermano a la universidad buscando el conocimiento y, admirándose con las dulces mieles de lo espiritual, se propuso experimentar en carne propia los sentimientos más recónditos de Dios.
Creyó descubrir que el famoso ojo divino, enmarcado por un triángulo color pastel, desprendía exquisitas lágrimas que sólo él podía saborear, lo que a la postre (¡oh, cielos!) le ensimismó hasta perderse en una azucarada devoción.
Por fin llegó el hermano menor a las aulas buscando el conocimiento y, frecuentando con equilibrio y tino lo mejor de cada disciplina, se propuso alcanzar la lucidez total y completa sobre Dios.
Creyó descubrir que el ojo divino le hacía un guiño, provocándole a un seguimiento más íntegro y audaz. "Mañana quizá", se dijo, "¿O acaso es sabio perder el respeto a los sueños empeñándonos en tornarlos reales?".
Con estos pensamientos, guardó su lucidez, apagó la luz y se acostó.
Pastoralsj
No comments:
Post a Comment