La semana después de Navidad puede ser el tiempo del anticlímax, de petardos reventados y de botellas vacías, y con la alegría de la celebración ya en el pasado. No podemos vivir plenamente en un remolino de entusiasmo, incluso de entusiamo religioso: una celebración carismática, con fieles extasiados y cantos entusiastas, nos puede también dejar con un sentimiento de tristeza en la mañana siguiente. Mientras José llevaba a María y Jesús hacia Egipto, evitando a los soldados romanos, los pastores y los ángeles jubilosos ya eran sólo un recuerdo. En las parábolas de Jesús, el Reino de Dios avanza no con fuegos de artificio o experiencias increíbles, sino que con un crecimento pausado, como el de la semilla del pimiento o de la levadura en la masa. Gracias, Señor, por los momentos de celebraciones y cantos; pero cuando hayan pasado, déjame ser como la buena levadura.
Espacio Sagrado
No comments:
Post a Comment