Me sorprendió en Inglaterra la oferta que la Iglesia Católica ha hecho a los anglicanos descontentos con la deriva que lleva su institución y pregunté a mis amigos por sus impresiones. La muestra es muy pequeña porque he estado pocos días por esas tierras pero puede ser reveladora.
Hablaba con gente mayor, en principio conservadora y contraria a las mujeres sacerdotes y a los homosexuales. La mayoría no se había enterado de la propuesta y los que lo habían hecho conocían la noticia del periódico. El entusiasmo no era indescriptible pues no hay que olvidar que hay siglos de odio entre las partes, un rencor hoy atenuado pero todavía presente.
Algunos reconocían que aunque en principio fueron opuestos a la ordenación de mujeres, éstas estaban haciendo una gran labor y hoy lo veían como algo normal. Me cabe la duda de si estas frases me las dedicaban personalmente conociendo mi condición feminista. Más descontento producía la unión confesada de pastores homosexuales pero no creían que fuera un motivo suficiente para abandonar la fe de sus padres.
Abordamos también el tema económico pues la Iglesia anglicana tiene muchos templos, cementerios y aledaños. De quién es la propiedad ¿de los fieles que sostienen el culto o de una institución superior? Si de los primeros ¿que pasa con los que quieren permanecer fieles a su fe? y si de los segundos ¿dónde se reunirán los disidentes?
No les parecía que la oferta, que algunos consideraban oportunista, fuera a tener un gran atractivo pero será el tiempo el que les dará o quitará la razón
Isabel Gómez Acebo
Cajón de ilusiones
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