Wednesday, October 03, 2012

Diarios, documentos y testimonios; el Concilio es espíritu y materia viva



El contenido de los archivos pasará a una base de datos en línea, disponible gratuitamente en el sitio del Pontificio Comité. La noticia fue anunciada durante la presentación del Congreso internacional

LUCA ROLANDIROMA
Del 3 al 5 de octubre se llevará a cabo en el Vaticano el congreso internacional “El Concilio Vaticano II a la luz de los archivos de los Padres conciliares”. Se trata de un encuentro de estudio a partir de los diarios y cartas de los padres. El presidente del Pontificio Comité de Ciencias Históricas, el padre Bernard Ardura, y Philippe Chenaux, director del Centro de estudios e investigación Concilio Vaticano II de la Universidad Lateranense cuentan a Vatican Insider las características de es te encuentro internacional.

A cincuenta años de su apertura, ¿qué es lo que el Concilio ha dejado como herencia a las Iglesias de hoy? ¿Celebrar o vivir el Vaticano II?

Es importante conmemorar el 50 aniversario de la apertura de un gran evento histórico y eclesial como el Concilio Vaticano II. Pero es todavía más importante hacer que vivan sus enseñanzas en la vida de la Iglesia de hoy. La gran herencia del Concilio es la de una Iglesia “pobre y sierva”, que vuelve a descubrir sus raíces evangélicas y que pretende abrirse al mismo tiempo al mundo de su época. La dimensión de la historia es fundamental en el cristianismo. Una de las grandes lecciones del Vaticano II es que la historia es un “lugar teológico”, en el que se puede constatar la acción de Dios. Debemos saber leer “las señales de los tiempos”. Creo que esta lección ha sido olvidada durante los últimos tiempos.

En el debate historiográfico y teológico se contraponen los que defienden el término evento con los que prefieren advenimiento. ¿Es una distinción terminológica o se trata de interpretaciones profundamente diferentes?

Son las sutilezas de las lenguas. En francés, por ejemplo, mi lengua, tenemos solo una palabra: “évènement”. Ahora bien, es cierto que estas disitinciones terminológicas no son neutrales. Los que prefieren la palabra “advenimiento” ante “evento” son los que tienden a disminuir la novedad del Concilio. Creo, personalmente, que el Concilio fue un “evento”. Juan Pablo II hablaba de un “evento de gracia” para todos los que participaron. No hay que olvidar el testimonio de los padres conciliares. Su experiencia hay debe ser tomada en consideración para llevar a cabo una interpretación correcta del Vaticano II.

El congreso internacional que se lleva a cabo en la Pontificia Universidad Lateranense (y que comienza el miércoles 3 de octubre en Roma) analiza el Vaticano II a la luz de los archivos de los padres conciliares. ¿Cuál es el estado de la investigación sobre las fuentes personales en relación con los documentos oficiales disponibles?
 Esperamos los resultados del Congreso. Tal vez no estarán a la altura de nuestras expectativas. El Congreso pretende ser un primer balance sonre el estado de las fuentes conciliares a nivel de los diferentes archivos diocesanos. La historia se hace con documentos. Volver a empezar a partir de los archivos; esta es, por decirlo así, la apuesta sobre la que se basa este gran proyecto de investigación a escala mundial. No se trata de escribir una “contra-historia” del Concilio Vaticano II, sino, más bien y modestamente, retomar la investigación histórica con base en una documentación lo más amplia posible y sin premisas de tipo ideológico, para evitar una instrumentalización de la historia del Concilio con fines ajenos a la historia misma y para llegar a una comprensión más equilibrada y compartida del evento y de sus decisiones.

Las interpretaciones históricas, las hermenéuticas, rupturas, reformas, los tiempos de su recepción. ¿Qué opina de todo ello?

A 50 años de la apertura de los trabajos, la cuestión de la hermenéutica conciliar todavía suscita un profundo debate entre los estudiosos. Mientras que unos insisten en las novedades del advenimiento y de sus decisiones con respecto al pasado, otros tratan de encajar sus enseñanzas en el ámbito de la continuidad de la historia de la Iglesia. Para aclarar los términos de este debate, organizamos en el Laterano, en primavera, un ciclo de conferencias sobre los documentos del Concilio. El objetivo de estos encuentros, que tuvieron un enorme éxito entre la genre, era que dialogaran los mundos de los historiadores y de los teólogos. Ambas lecturas, histórica y teológica, del Concilio, basadas en métodos diferentes para acercarse a los textos, lejos de excluirse recíprocamente, están destinados a ser complementarios para llegar a un mejor conocimiento del mayor evento de la historia de la Iglesia del siglo XX. Como la reconstrucción del proceso de elaboración de los textos es necesaria para una correcta comprensión de los mismos, de la misma manera la exposición de los problemas teológicos que subyacen a la elaboración y a la recepción de los mismos textos es necesaria para una correcta interpretación del Concilio y de sus decisiones.

Un Concilio ecuménico. ¿Cuáles fueron las grandes novedades que cambiaron el modo de ser de la Iglesia? ¿Cuando desaparezcan los testigos, qué sucederá?

Yo, personalmente, soy un “nativo conciliar”. Nací en 1959, a pocos meses del histórico anuncio de Juan XXIII en el que convocaba a un concilio ecuménico. No conocí la Iglesia pre-conciliar en persona; tan solo a través de mis lecturas y estudios. La participación consciente a la misa celebrada en mi lengua siempre ha sido una cosa natural para mí. No lograba entender que en el pasado había sido diferente. La nostalgia por el rito latino me es absolutamente extraña. Se trata de una cuestión de generaciones. Otra adquisición importante del Concilio fue la recuperación de la mejor tradición del humanismo cristiano. Los cristianos no pueden permanecer en sus sacristías. Deben salir del templo para ofrecer su testimonio del valor del Evangelio. Como dijo Pablo VI proféticamente: “el hombre contemporáneo escucha con mayor voluntad a los testimonios que a los maestros, o, si escucha a los maestros, lo hace porque son testimonios».

Vatican Insider

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