Un koan Zen tradicional que desafía la mente para literalmente sacarla de sus casillas:
Se ha encerrado a un gatito vivo en un frasco de cristal donde se le alimenta y se le cuida. El gatito crece y ya no puede salir por el cuello del frasco. Cómo sacarlo vivo sin hacerle daño y sin romper el frasco.
La respuesta –después de mil intentos frustrados– es bien sencilla. ¡El gato nunca estuvo encerrado! Solo parecía que lo estaba.
Es decir, nuestro yo, que es el gato, nunca estuvo encerrado en nuestra mente, que es el frasco de cristal. Aunque lo pareciera. Los gatos son traviesos y el cristal es transparente.
Me encanta el Zen.
Miau, miau.
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