A veces me preocupa vivir dándote por sentado. Nos vamos conociendo, y me es familiar tu palabra. Sé que hablas del prójimo, y puedo repetir de memoria tus bienaventuranzas. Veo tu cruz en dibujos y cuadros. Rezo con ella. Voy a misa, y a veces el rito me es tan familiar que se me va la cabeza a mil cosas.
No es mala voluntad, sino la confianza, que es así. Pero hoy me pregunto si no te me estarás volviendo tan habitual que dejo de percibir la forma, siempre distinta, en que tu evangelio puede sacudirme.
Fuente: Jesuitas de la Provincia de Castilla
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