Como algunos estaban hablando del Templo, con sus hermosas piedras y los adornos que le habían sido regalados, Jesús les dijo: "Mírenlo bien, porque llegarán días en que todo eso será arrasado y no quedará piedra sobre piedra". Le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo sucederá eso, y qué señales habrá antes de que ocurran esas cosas?" Jesús contestó: "Estén sobre aviso y no se dejen engañar; porque muchos usurparán mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías, el tiempo está cerca. No los sigan. No se asusten si oyen hablar de guerras y disturbios, porque estas cosas tienen que ocurrir primero, pero el fin no llegará tan de inmediato". Entonces Jesús les dijo: "Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. Habrá grandes terremotos, pestes y hambre en diversos lugares. Se verán también cosas espantosas y señales terribles en el cielo".
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy
En estos días, los últimos del año litúrgico, escuchamos a Jesús, en Jerusalén, enfrentando su propia muerte, anunciando crisis y grandes desventuras para sus seguidores. Jesús no minimiza ni diluye las dificiltades. Él enfrentó personalmente su propia crisis y desventura. La crisis no era la última palabra.
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