Madrid- Pocas veces una frase nunca dicha ha despertado tantas reacciones. Y es que la ambigüedad del discurso del presidente de los obispos durante la apertura de la asamblea plenaria del pasado lunes propició ayer un cruce de declaraciones en el Congreso de los Diputados, a cuenta de una supuesta petición de perdón de Blázquez por el papel de la Iglesia católica en la Guerra Civil.
Lo cierto es que en el discurso de Blázquez no aparece en ningún momento esta petición de perdón. El presidente sólo habló de perdón en un contexto general, «al recordar la historia», y la única referencia explícita a la Guerra Civil aparecía cuando citaba el documento «La fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XX», que los obispos aprobaron en 1999.
Una de las primeras reacciones vino desde el portavoz socialista en el Congreso, Diego López Garrido. Aparte de darle la «máxima importancia», porque la expresión no provenía «de un miembro cualquiera de la jerarquía eclesiástica, sino del presidente de la Conferencia Episcopal», el portavoz socialista destacó su valor «doblemente positivo» debido a que en este momento previo a la aprobación de la Ley de Memoria Histórica existe una «sensibilidad especial». Más lejos llegaron otras formaciones políticas, que aprovecharon la aparente fisura dejada por monseñor Blázquez para cargar contra la Iglesia.
Así, Joan Tardà (ERC) denunció «la falsedad» y la «doble moral» de las palabras de Blázquez. Por su parte, Gaspar Llamazares (IU) calificó de «vago y ambiguo» el gesto del obispo de Bilbao.
Desde el Grupo Popular, su secretario, Jorge Fernández Díaz, subrayaba que el discurso de Blázquez «ha generado controversia» y sus interpretaciones pueden «dar pie a aludir a un enfrentamiento y división en el seno de la Iglesia». En su opinión, la Iglesia «pide perdón cada día a Dios y está en la esencia del cristianismo pedir perdón al prójimo».
«Otra cosa es aludir a perdones de carácter político o constitucional», explicó. Fernández Díaz, que encabezó la delegación del PP en la ceremonia de beatificación de los mártires de la persecución religiosa, recordó que, durante la Guerra Civil, la Iglesia católica española «sufrió la persecución más grande de la historia».
A contextualizar el discurso de Blázquez ayudó el arzobispo de Sevilla, el cardenal Carlos Amigo, que se ausentó unas horas de la Plenaria para presentar un libro en el Senado. Amigo calificó el discurso de «adecuado, muy bien hecho y respetuosísimo con todas las situaciones», porque el obispo de Bilbao «mide siempre mucho sus palabras», pero advirtió de que se trata del «pensamiento del presidente», pero «no es algo programático».
Fuente: la raz{on de España
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