Porque siempre vuelves. También cuando más desmoralizado estoy, o quizás entonces especialmente.
Y no me dejas refugiarme en la rendición.
Me sigues llamando.
Por mi nombre, conociendo cómo soy.
Me susurras: “Echa las redes”.
Redes donde puedan agarrarse quienes no tienen otro apoyo.
Redes de encuentro y de cariño, de acogida y aliento.
Redes hechas de brazos entrelazados y el verbo amar conjugado en todas las lenguas y tiempos.
Señor, aquí estás.
¿Cuáles pueden ser las redes que estoy llamado a echar?
¿A qué me invita Dios en mi vida?
Pastoralsj
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