Hoy, 26 de Diciembre, la iglesia celebra la fiesta de SAN ESTEBAN, en el aniversario del traslado de sus reliquias a Roma que tuvo lugar en un día como hoy del año 560. Oriundo probablemente de Jerusalén, de origen griego judío, fue uno de los primeros siete diáconos nombrados directamente por los apóstoles. Hacia el año 40 sufrió el martirio en la ciudad de Jerusalén, siendo venerado como el "protomártir" de la Iglesia. El año 417 el sacerdote Luciano encontró sus reliquias las que fueron trasladadas por el Obispo Juan a Jerusalén, y de aquí, a Constantinopla, de donde fueron traídas a Roma. Estas se veneran hasta el día de hoy en la Basílica de San Lorenzo. Es uno de los santos más populares y frecuentemente representados por el arte. Unidos, pues, a cuantos hoy visitan su tumba y a todos los que llevan con honra su nombre, brindemos nuestro devoto aplauso a San Esteban, protomártir.
Meditación
QUERIDO SAN ESTEBAN: Recordar tu vida, es ver al primer fanático de Cristo que dio su vida por El. Un día conociste personalmente al maestro Jesús, y desde ese momento intuiste que El era el hijo de Dios, el Mesías esperado. Por eso, entraste en contacto con los amigos más cercanos del Maestro de Nazaret, los apóstoles, con quienes llegas a tener una estrecha amistad y un compromiso común en la misión. Tu trabajo principal fue estar al servicio de las viudas de habla griega que vivían en Jerusalén y de las personas que sufrían dificultades en la vida. Ellos muy pronto vieron en ti, no solo a un gran predicador, sino a un hombre lleno de fe y del entusiasmo que imprime el Espíritu Santo. Confirmas tus enseñanzas con algunos prodigios y milagros. Pero, al igual que al maestro Jesús, a ti también te denuncian ante el Sanedrín por blasfemo. Delante del Sanedrín, les recuerdas toda la historia de Israel, y les echas en cara su testarudez, y su resistencia al Espíritu Santo: "Vuestros padres han perseguido a los profetas, ahora, Uds. han perseguido y matado al Justo de Israel». A igual que a Jesús, falsos testigos hablan en tu contra y por eso te condenaron a muerte. En este momento de dolor y humillación ves "los cielos abiertos, y al hijo del hombre de pié, a la derecha de Dios Padre.» Mueres con las mismas palabras del Maestro: "Señor Jesús, acoge mi Espíritu. No les eches en cara este pecado». Entre los espectadores estaba un tal Paulo de Tarso, joven judío, que más tarde será "Pablo, el Apóstol de los Gentiles" .
Radio Vaticano
EWTN
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