El obispo de Mondoñedo-Ferrol, Manuel Sánchez Monge y el claretiano Luis Alberto Gonzalo conversan en un encuentro convocado por Vida Nueva
(Texto: Juan Rubio- Fotos: Miguel Tombilla) La vida consagrada es una riqueza para la Iglesia, y las diversas Iglesias locales han de abrazarla con los carismas que enriquecen la comunión. Por otro lado, los religiosos y religiosas insertados en las diócesis vivirán su plena identidad en la medida en que se integren en esa comunión. Es verdad que cuanto se expone aquí es la teoría de unas relaciones que, a veces, no son fáciles. Nuestro semanario ha querido comenzar su nueva sección, Encuentros en Vida Nueva, con dos personas significativas: un obispo y un ex superior provincial.
Esta apuesta informativa, que aparecerá de forma regular, quiere ofrecer un espacio para el diálogo fraterno en temas de actualidad eclesial. En este caso nos hemos acercado hasta Ferrol. Allí su obispo (que lo es también de Mondoñedo), Manuel Sánchez Monge, miembro de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada y responsable de los obispos de Galicia para esta realidad eclesial, habla con Luis Alberto Gonzalo, religioso claretiano, colaborador de Vida Nueva, director de la revista Vida Religiosa y, hasta hace poco, superior provincial de aquella provincia claretiana.
La Jornada de la Vida Consagrada es la oportunidad para este primer encuentro, una Jornada que Sánchez Monge desea que “no sea sólo un acto de los religiosos, sino que sea un acto de toda la Iglesia diocesana con los religiosos“, hacia los que manifiesta su “apoyo” y con los que considera que los seglares y presbíteros deben estar “cercanos”.
Ante la pregunta de si es posible hoy en la vida diocesana una armonía entre vida consagrada y ministerio sacerdotal, el padre Gonzalo lo tiene claro: “La vida consagrada no se crece ni se luce enfrentándose a otros estilos de vida“, pues considera que la de los religiosos “debe ser una vida vinculada a su pastor (yo no veo contradicción entre la legislación propia de una congregación y la obediencia a un pastor)”. “Estamos en la misma causa“, reconoce. Para el obispo de Mondoñedo-Ferrol, “merece la pena apostar por la vida consagrada“, pues “lo que aportan los religiosos en una diócesis no es sólo el trabajo que desempeñen o la ayuda pastoral que puedan prestar, o el trabajo social, sino su misma condición, su carisma dentro de la Iglesia, que nos recuerda la primacía de Dios, que nos recuerda que la Iglesia es fraternidad, familia“.
En esta charla, entre otros temas, ambos opinan también sobre el problema de las vocaciones, sobre los posibles prejuicios que el clero pueda tener hacia los consagrados, sobre la vida en comunidad y sobre la labor de CONFER.
No comments:
Post a Comment