No sé donde he leído una noticia en la que se comentaban unas recientes palabras de Felipe Gonzalez, el que fuera presidente del gobierno durante la primera legislación socialista de la democracia. Se declaraba “cristiano minimalista desde que había perdido la fe”. Pienso que detrás de esta frase hay una velada crítica a todos los que quieren hacer borrón y cuenta nueva con la historia de España.
Gonzalez no renuncia a ser cristiano en una esencia reducida, pero cristiano. Presumo que no quiere suprimir los símbolos que han presidido nuestra vida política durante siglos y que no tienen por qué ofender ya que son parte de la historia. Imagino que le gustaría que en la escuela se aprendiera una religión no confesional, que ayudara a los hombres del mañana a comprender muchos textos literarios y obras de arte que están empapados de temas religiosos.
Toda Europa, guste o no guste, es un producto de la civilización cristiana. Pero no solo de las ideas que transmitieron los seguidores de Cristo ya que a los monjes medievales les tenemos que reconocer que hicieran de cinta transmisora de la cultura antigua que, sin su aportación, se hubiera perdido.
En el fondo todos somos cristianos minimalistas. Unos, porque como Gonzalez perdieron la fe y otros porque la mantenemos pero no tenemos las agallas suficientes para llevar nuestras creencias a la vida real.
Isabel Gómez Acebo
Del blog "Cajón de ilusiones"
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