En un mundo en el que el individualismo y el dejar hacer están muy presentes me atrevo a decir que no es cierto que las personas quieran estar solas, ser únicas, no es verdad que el hombre no tenga un corazón de carne… no puede ser, me resisto a pensar que no seamos capaces de amar con fuerza.
Aunque nos avasallen con diferentes ideas, el ser humano es sensible y necesitado de amor, comprensión y cariño. Ser uno mismo no implica convertirse en un ser poco relacional, es más, el llegar a descubrirse da lugar a ser una persona abierta y con unas grandes miras. Pienso que no seríamos capaces de hacer demasiadas cosas sino contásemos con el apoyo de las personas que nos rodean, que nos quieren.
Ser poseedores de la verdadera alegría viene de reconocer todo lo bueno y positivo que hemos recibido pero también de saber cuáles son nuestras debilidades y flaquezas. Cuando nos conocemos un poquito podemos seguir caminando con mucha fuerza. En momentos de dificultad descubrimos el gran apoyo de todos aquellos que están cerca, pero sobre todo nos damos cuenta de que necesitamos de estas personas, porque solos se nos hace muy difícil y cuesta arriba la “batalla”. El ser conscientes nos ha de llevar decirlo, a contar que deseamos aprender a amar y a ser amados.
El apoyo más grande que he recibido en mi vida ha venido por parte de Dios, jamás me ha dejado sola, siempre ha estado junto a mí y he sentido su apoyo y comprensión. Por ello, cuando sintamos que necesitamos el calor de alguien que nos quiera, pidámosle que no nos deje solos, porque Él jamás nos abandonará.
Texto: Hna. Conchi García.
Foto: Teresa Garbe.
Blog Mi Vocación
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