(Vida Nueva) No están llamados a la vida religiosa, pero hay laicos con clara vocación por un carisma. Esta semana nos preguntamos: ¿cómo lo viven dentro de esas órdenes? ¿Cómo se enriquecen mutuamente seglares y consagrados? Dos mujeres que forman parte de sendas órdenes seglares, Miriam Gómez-Morán, de la Orden Carmelita Descalza Seglar, y Lourdes Otaegui, de las Fraternidades Marianistas, nos cuentan su experiencia.
Al margen de las principales diferencias que existen entre laicos y religiosos de una misma orden (los seglares no viven en comunidad, tienen su familia y su trabajo, no realizan votos públicos…), Miriam Gómez-Morán cree que los miembros de las órdenes seglares en general, y de la suya en particular, ponen “un acento específico”. “Nuestra mera presencia en aquellos ambientes que frecuentamos (…) sirve ya de referente para todos aquellos que comprueban en nuestra manera de vivir que Cristo es lo único que es realmente capaz de colmar el anhelo de plenitud del alma humana“, asegura esta mujer, miembro de una Orden cuyo carisma otorga un papel fundamental a la oración realizada según el modelo de santa Teresa.
Esa presencia diaria en la sociedad por parte de los laicos, de la que hablaba Miriam Gómez- Morán, también constituye un rasgo fundamental de la Fraternidad Marianista, según Lourdes Otaegui, quien está convencida de que esta circunstancia “aporta al mundo marianista apertura y riqueza de formatos de presencia en el mundo”. En su opinión, los laicos pueden aportar mucho a la Familia Marianista desde distintos frentes: “Existe una clara llamada en algunos a participar en las obras directamente sustentadas por los religiosos o las religiosas: colegios, parroquias (…)
Y ahí estamos. Pero no se descartan otras presencias fuera del entorno marianista que hacen visible y patente el carisma y lo convierten en fermento de nuevas realidades misioneras. Y ahí estamos también”.
No comments:
Post a Comment