Ayer finalizó en Madrid la Reunión de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria para Todos con una declaración institucional en la que los países participantes manifiestan su compromiso para hacer efectivo el derecho a la alimentación en los países pobres. En esta cumbre de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se recordó que actualmente pasan hambre más de 960 millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, las recetas de la agencia de la ONU provocarán todavía más inseguridad alimentaria al apostar por la globalización neoliberal y la producción industrial a gran escala, según afirman los Grupos Autogestionados de Konsumo (GAK’s) de Madrid, que encabezan junto a medio centenar de colectivos la campaña “En defensa de la seguridad y la soberanía alimentaria. Lucha contra el hambre. La FAO ¿solución o problema?”
La reunión de la FAO se cerró con la participación de los dos principales impulsores, el presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, y el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon. El jefe del Ejecutivo anunció ayer que España destinará 200 millones euros al año, durante los próximos cinco años, para reforzar la seguridad alimentaria mundial. Por su Parte, el máximo responsable de las Naciones Unidas informó del inicio de un proceso de consulta para establecer una asociación mundial sobre agricultura y seguridad alimentaria que haga frente a la crisis mundial de alimentos.
El anuncio de Moon ha levantado suspicacias entre los movimientos sociales y las ONG, que han emitido un comunicado conjunto en el que expresan su deseo de que este nuevo organismo, que se llamará Alianza Global para la Agricultura, la Seguridad Alimentaria y la Nutrición, sirva a los intereses de los pequeños productores y agricultores, y no termine controlado por las multinacionales. Esta declaración, firmada por el Comité Internacional de Planificación de Soberanía Alimentaria, la Coordinadora española de ONG, ActionAid, Ayuda en Acción y Oxfam, pide que la entidad se rija por el criterio de "un país, un voto, y no un dólar, un voto". El texto concluye con un mensaje muy claro: "Rechazamos una asociación mundial qué de a las corporaciones, multinacionales y fundaciones empresariales poder de decisión".
Mucho más crítica es la posición de los GAK’s con la cumbre de Madrid. Su portavoz, Pilar Galindo, que también es portavoz de la campaña en defensa de la seguridad alimentaria, afirma que la FAO ha creado más problemas que los que ha resuelto: “las tasas de hambre son iguales que en los años 60, y cada vez van a más. Además, en este tiempo se ha destruido la independencia de los agricultores locales”. El pasado lunes, los GAK’s y el resto de colectivos defensores de la seguridad alimentaria se manifestaron en señal de protesta cerca de la sede del evento, que tuvo lugar en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid.
Según el manifiesto suscrito por todos los miembros de la campaña, la propia FAO y la Organización Mundial del Comercio (OMC), “imponen un modelo alimentario basado en la producción industrial a gran escala para el mercado internacional. La OMC desregula el comercio mundial de alimentos y productos agrícolas, sentando las bases para un intercambio mercantil compatible con los intereses de los principales países y bloques capitalistas. La FAO complementa este papel, al dirigir su actuación a la integración de los países empobrecidos en el mercado internacional, proveyéndoles de recursos para orientar su producción agrícola hacia la exportación”.
El modelo de consumo de los países ricos aparece así conectado al problema de la falta de alimentos en los países pobres. “Los pueblos que producen esos alimentos para el mercado internacional no están en condiciones de alimentar a su propia población” denuncia Galindo, que afirma que es imposible acabar con el hambre si no se camina hacia la soberanía alimentaria de estos pueblos. “El lema de la cumbre habla de seguridad alimentaria para todos, pero este objetivo es inviable si no se garantiza la soberanía alimentaria de los pueblos. Esta soberanía no se construye desde los Estados, sino desde abajo. Para ello, hay que apostar por la creación de redes de consumidores responsables que se organicen para comprar a productores agroecológicos locales, que cultivan siempre productos de temporada y a pequeña escala”.
Esta filosofía de actuación a través de la creación de redes de productores y consumidores fue la que llevó a los GAK’s a constituir en Madrid La Garbancita Ecológica, una sociedad cooperativa de consumo responsable, local, autogestionado y popular. La cooperativa permite a los productores disponer de una infraestructura material gracias a la cual pueden resolver la cuestión del almacenamiento y la distribución de sus productos. Además, facilita el contacto entre productores y consumidores. Por otro lado, la cooperativa también sirve de impulso para la creación de nuevos grupos partidarios del consumo responsable, retroalimentando así el proceso de formación y consolidación de nuevas redes.
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