Saturday, March 28, 2009

Sábado cuarto de Cuaresma, por Ángel Moreno de Buenafuente


Escucha con el oído del corazón

“El señor me instruyó y comprendí” (Jer 11, 18).

Estamos llegando a los días de la Pasión de Cristo. Los aires cada vez están más enrarecidos. En los textos sagrados son descritos los movimientos de resistencia contra Jesús. La intriga, la sospecha, la calumnia y la difamación se alían.


En estos días se comprenden mejor muchos pasajes proféticos del Antiguo Testamento. Leídos a la luz de los acontecimientos de la Pasión de Cristo, revelan de manera más evidente cómo todo estaba previsto desde antiguo, según el plan providente, trazado por Dios para salvar a la humanidad.
El pasaje del Evangelio de San Juan, que hoy nos ofrece la Liturgia, señala distintas reacciones que se dieron ante Jesús. La admiración, el rechazo, por motivos ideológicos, políticos, económicos…; los prejuicios, condicionaron la acogida, y llegaron a producir violentas discusiones y discordias.
“Algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: «Éste es un profeta». Otros decían: «Éste es el Mesías».
Pero otros decían: «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?»
Algunos querían prenderlo” (cf. Jn 7, 40-44).
Las prevenciones, las sospechas, el miedo a perder el poder, la cobardía, la intriga, se aúnan para acabar con el inocente.
“Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra vital, que su nombre no sea pronunciado más” (Jer 11, 19).
En estas circunstancias, se aprecia el ambiente hostil contra el Maestro de Nazaret, por parte de las autoridades, políticas y religiosas, por sacerdotes, escribas y fariseos. Y justamente, en medio de toda la refriega, el justo reacciona con fe y confianza.
“Pero Tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, pruebas las entrañas y el corazón; veré mi venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa” (Jer 11, 20).
El salmo expresa la respuesta creyente de aquel que se encuentran sin salida, frente a sus enemigos, pero confía en Dios: “Señor, Dios mío, a ti me acojo, líbrame de mis perseguidores y sálvame. Mi escudo es Dios, que salva a los rectos de corazón” (Sal 7).
Se nos propone a consideración el riesgo que tenemos de rechazar a las personas por ideas preconcebidas, y en caso de sufrir la injusticia del rechazo, la reacción del que sabe defenderse con la verdad y con la trascendencia, acudiendo al que conoce las entrañas y el corazón, sin caer en la trampa de la violencia.
Ecclesia

No comments: