Por Rocío Nieto Bazán
¿Albania? Y eso ¿dónde está?¿Cómo nos vamos a entender? ¿No estuvieron en guerra? A mi sólo me suena Albania de los albano-kosovares. ¿Con discapacitados? ¡Nunca he trabajado con discapacitados!. Ufff. ¡Qué cantidad de preguntas!
Tengo que reconocer que en mi interior surge un miedo a lo desconocido, miedo a no ser capaz de adaptarme a un país del que conozco bastante poco. Alguien sabiamente me dice: “Tranquila, en Albania las cosas son diferentes, tú solamente confía.” Y eso es lo más difícil: confiar, no controlar. La aventura del campamento en Velipoje comienza ahí, con miles de preguntas en mi cabeza; miles de preguntas que me encantaría que tuviesen respuesta ¡ya! y parece que eso no va a ser del todo posible.
El día llega, y resulta que Albania no está muy lejos de España. Si el vuelo fuera directo no serían más de 3 horas desde aquí. ¡¡Sólo 3 horas!! En el aeropuerto nos recibe Marco. Como él no tiene ni idea de español ni nosotros de albanés, el recorrido hasta el campamento discurre en silencio, mirando el paisaje e intentando conocer un poco un país desconocido por todos.
A la llegada al campamento nos recibe Silvana. ¿Que quién es Silvana? Silvana es una trabajadora social italiana, que cuando se prejubiló decidió dedicarse por entero a los más necesitados. En uno de sus viajes a Albania visitó el psiquiátrico de la ciudad y se quedó horrorizada del trato que se le daba a aquellos niños y vió claro que su futuro pasaba por ayudarles. Comenzó a soñar y soñó con casas–familia, con talleres ocupacionales, con campamentos en la playa, con tratamientos médicos: es decir, soñó con el “Proyecto Esperanza”.
Un proyecto que ha necesitado de mucho cariño y esfuerzo de todos. En estos momentos de crisis, la esperanza, cobra otro relieve. Notamos a Silvana preocupada por el futuro de esos niños. Niños que aún no conocemos pero de los que ella habla con pasión. Niños que han cambiado su vida y que quizá, si nos dejamos, también cambien la nuestra.
Empiezo a entender un poco qué hago aquí. Voy a ser durante 15 días testigo de ese sueño. Testigo del sueño de Dios para esos niños. Me acuesto agradecida por poner a personas como Silvana y los demás trabajadores del proyecto en mi vida. No sé qué va a pasar a partir del día siguiente, bueno ahora sí que lo sé. ¿Os lo cuento?
Esos niños han hecho que mire la discapacidad con otros ojos, que entienda que el lenguaje de Dios, el del Amor, está por encima de cualquier idioma de los hombres. Que hay veces que es mejor no hablar el mismo idioma y permanecer callado. Todo fue mucho más fácil de lo que me imaginaba. Sólo había que fiarse...
pastoralsj
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