Obispo de Bangassou (República Centroafricana)
(José Carlos Rodríguez Soto) “Mi principal trabajo como obispo es llegar adonde está la gente, sentarme con ellos y escucharles”, dice Juan José Aguirre. Este misionero comboniano, natural de Córdoba, es, desde 1997, obispo de Bangassou (República Centroafricana), “una diócesis que tiene una extensión como la mitad de Andalucía y ni un solo kilómetro de carretera asfaltada”, asegura mientras explica que, para recorrerla de punta a punta, necesita cuatro días en coche. A esta tarea de visitar sus 300 comunidades católicas repartidas en diez parroquias dedica unos 200 días al año.
- Cuando se pone a escuchar a su gente, ¿qué le cuentan?
La gente abre el libro de sus lágrimas y yo intento entender la situación de quienes viven con menos de un euro al día. Su principal problema es qué comer hoy, y también la desprotección que tienen frente a las enfermedades: hay malaria, enfermedad del sueño, pero lo peor es el sida, que no deja de avanzar. El 18% de la población está infectada.
- ¿Qué hacen en su diócesis para afrontar estos problemas?
Intentamos trabajar con la gente para que tengan una mejor asistencia médica. Hace poco inauguramos un quirófano en el hospital de una población que se llama Nzacko. La gente nos lo pidió porque muchas mujeres morían en el momento del parto al no poder practicarles una cesárea. También hay muchos casos de hernias, porque hay un gran número de hombres que se pasan todo el día trabajando con la pala para buscar diamantes entre la grava. Fue maravilloso ver a toda la gente unirse y trabajar para conseguir materiales de construcción. El hospital funciona con médicos centroafricanos y, a veces, traemos médicos españoles que vienen a hacer intervenciones de labios leporinos y cataratas.
- ¿Qué les dice el Evangelio a personas que viven esta situación?
Intento hacer crecer a los cristianos en sentimientos de justicia y paz, que son el corazón del Evangelio. La vida misionera es como una moneda con dos caras: evangelización y promoción humana, que no se pueden separar, y lo que une a ambas es el cariño por los más pobres y el deseo de vivir con ellos. Desde ese amor se les puede ayudar a cambiar situaciones sangrantes.
- Parece que la situación de la Iglesia en este país tiene sus complicaciones…
La Iglesia católica se extiende con mucha rapidez, con un crecimiento de un 2% anual, y durante los últimos años han aumentado los sacerdotes, que ahora son 200. Pero tenemos tensiones muy fuertes entre el clero y nos faltan los sacerdotes locales, que usan violencia verbal y querrían que los misioneros nos fuéramos. Hace pocos meses, el Vaticano destituyó a dos obispos centroafricanos debido a problemas de comportamiento moral. Ahora sólo queda uno; el resto [seis] somos europeos. El seminario mayor está ahora cerrado por falta de formadores adecuados. Sin embargo, tenemos laicos muy dinámicos que intentan leer el Evangelio y sacar de él luz para vivir con esperanza. Es la fuerza de nuestra Iglesia.
Vida Nueva
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