Es extraño el lugar tan lejano desde el que se puede volver sin apenas haberse ido.
El enfermero me dice que cree que escuchan, y por eso él siempre les habla. Paso días sentado, cogiéndo su mano y hablando sin parar. Le pido que estreche mi mano si me oye, día tras día, sin respuesta. Y de pronto siento su mano apretando la mía, como cuando yo era niño y creía que él era inmortal, cuando creía que el cielo y la tierra nunca cambiarían de lugar. Has vuelto, y cada cosa ocupa de nuevo su sitio, tu mano restaurando el Orden en mi soledad salada y turbulenta.
Ricardo Reis
pastoralsj
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