Quédate con nosotros, Señor, porque cae la tarde y se termina el día
Lucas 24, 29
¡Que hermosa es la primavera!
Todo brota y florece
Es la promesa de un año cargado de frutos
Y llega el verano
Se cosechan los esfuerzos y sudores sembrados
El tiempo corre rápido
Silenciosamente, se nos viene encima el otoño.
Los árboles comienzan a desnudarse,
el frío hace su aparición y con él las primeras lluvias.
Señor, así también sucede con la vida.
La alegre y ruidosa juventud
queda ya perdida en el pasado
prendida confusamente en la memoria.
Los años de madurez también se van alejando:
el amor, la familia, el trabajo,
las realizaciones, fruto de constantes esfuerzos.
El viento del tiempo se lo lleva todo:
los hijos se casan, llegan los nietos.
Ya el mundo pertenece a otros.
Las nuevas generaciones tienen en sus manos
la pluma para escribir el futuro.
Señor, a mi también se me echó encima
el otoño casi sin sentirlo.
Mi piel se ha cubierto de arrugas
y los cabellos de canas.
El libro de la historia está a punto
de dar vuelta la hoja...
Sin embargo, Padre mío, estoy tranquilo y contento,
porque sé que tú estás conmigo.
Si miro atrás, mi vida ha estado entretejida
de luces y sombras.
Per tu has sido siempre el fiel compañero
de mi caminar.
Mi vida ha sido para tí,
y nos encontraremos al final del invierno
para renacer en uan eterna primavera.
"Quedate con nosotros, Señor,
porque cae la tarde y se termina el día".
José Correa SJ
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